Joaquín Leizaola
Joaquín Leizaola, director general de ILUNION Sociosanitario

Día Internacional de las Personas ¿de Edad?

No puedo negar mi sorpresa cuando este año me he percatado de que el 1 de octubre es el Día Internacional de las Personas de Edad. Si no entiendo mal, todos tenemos edad, si bien la conmemoración va dirigida a las personas de “más” edad. ¿No podíamos seguir llamándolo Día de las Personas Mayores? No veo ningún aspecto ofensivo en referirse a una persona como mayor. Los adjetivos sirven para distinguir unas cosas de otras. Por ejemplo, yo soy mayor que los estudiantes y mi madre es mayor que yo. Y todos igual de dignos.

Pero no me voy a perder en aspectos nominales ni formales. Lo importante es que un gran colectivo de nuestra sociedad, las personas que llevan más años viviendo, tienen un día dedicado a ellos, un día en el que los distintos agentes de la sociedad ponemos el foco en las personas de las que hemos heredado el mundo y la responsabilidad de hacerlo un poco mejor.

Hay muchas personas mayores con necesidades e inquietudes muy diferentes, como nos pasa a los de cualquier cohorte, y como este año 2020 es singular, sí que me gustaría dedicarles unas palabras y un mensaje de cariño, aun sabiendo que con esto no voy a ser precisamente original. No me importa repetir algo cuando es tan importante.

La pandemia de la COVID-19 ha sido especialmente virulenta con las personas mayores. Por un lado, las repercusiones en la salud han sido, en proporción, mucho más graves que en el resto de los grupos de edad, incluso el nivel de fallecimientos.

Pero, incluso entre los que no se han contagiado o han superado la COVID-19 sin síntomas, la repercusión moral, emocional y física de la pandemia ha sido muy grave. A título profesional y personal he visto cómo muchas de las personas que atendemos, así como nuestros familiares más mayores, lo han pasado muy mal, con miedo, soledad, incomunicación… ha sido durísimo. Esto ha provocado un deterioro generalizado en muchas de las capacidades y en la actitud de muchos mayores, en muchos casos de forma irreversible. Y, desgraciadamente, parece que volvemos a una segunda fase muy complicada.

Así, llegamos al mes de octubre con numerosas incertidumbres relacionadas con la evolución de la pandemia, las medidas que vamos a tener que tomar o cómo vamos a tener que vivir. Esto no ayuda a mejorar la situación y la perspectiva, no da optimismo, y sin duda todos lo necesitamos: esperanza, buenas expectativas y. en definitiva, normalidad en nuestras vidas

Así que para dar a los mayores lo que más necesitan, cariño, seguridad, compañía y comprensión, y quitarles el miedo, seamos cívicos, cuidémonos y evitemos situaciones de riesgo que ayuden a propagar la pandemia. Pongamos el foco en lo que pueda satisfacer a las personas de más edad. Se merecen tener unos años felices, con esperanza y con fe en la Humanidad.

Cada uno en su ámbito de responsabilidad, ya sea en el trabajo o en el entorno familiar, debe ser especialmente sensible y diligente. Lo de ser sensibles parece que se nos presupone a todos, aunque ver tantas caras destapadas, tantos grupos estrechamente unidos a veces, da la sensación de cierta irresponsabilidad.

Lo de ser diligentes ya cuesta un poquito más. Desde las administraciones públicas que han tenido serios problemas para teletrabajar, aquellos que han aprovechado la coyuntura de las “bajas sin revisión médica” para dar “positivo en jeta”, hasta las empresas que han abusado de su posición de poder con los EPIs. A mí me han surgido muchas dudas sobre esa diligencia. Aunque también es verdad que una inmensa mayoría de los profesionales ha arrimado el hombro con generosidad y humanidad. Esos no tiene precio. De hecho, muchos de ellos trabajan y colaboran conmigo en ILUNION Sociosanitario y es un orgullo.

Por eso este año, más que nunca, creo que debemos hacer un homenaje especial, además de a los mayores, a esas personas que con tanto cariño y profesionalidad han atendido a los colectivos más vulnerables, así como a las personas que atendemos en nuestros centros o en sus domicilios y que necesitan de otros para desempeñar con normalidad las actividades de su vida diaria. Sin su cercanía, sin su buen hacer, sin su entrega, todo esto hubiera sido mucho peor. Y como ellos no tienen día internacional, hoy también les debemos rendir un homenaje muy especial.

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