Joaquín Leizaola
Joaquín Leizaola, director general de Ilunion Sociosanitario

«El 2020 es un año para recordar y no olvidar a los que más han sufrido las consecuencias de la pandemia”

Si bien 2020 ha sido un año duro y muy complicado para las personas mayores y en situación de dependencia, y también para los profesionales que atienden sus necesidades, ha servido para sacar lo mejor de cada uno de nosotros. La humanidad y capacidad de adaptación de los profesionales sociosanitarios es digno de elogio. Así lo entiende Joaquín Leizaola, director general de Ilunion Sociosanitario, que en esta entrevista hace balance de lo que han sido estos meses y cómo afronta 2021.

2020 ha sido un año muy complicado, sobre todo para las personas más vulnerables. Pero, en su opinión, ¿será un año para recordar o para olvidar? ¿Por qué?

De todo se aprende. El 2020 es un año horrible, probablemente el más duro que hemos vivido y vayamos a vivir, que ha roto muchas familias, muchos proyectos, ha agotado a los héroes, ha acelerado la degradación física y mental de muchas personas, ha generado agobios, desesperanza en gente vital,… Pero es un año en el que hemos aprendido la enorme capacidad de las personas para adaptarse y dar lo mejor de sí mismas.

Desde luego es de los momentos duros de los que más se aprende, y no podemos olvidarlo. De hecho, en Ilunion Sociosanitario hemos instalado una serie de placas conmemorativas en nuestros centros de trabajo para recordar y no olvidar a los que más han sufrido las consecuencias de la pandemia, pero también a quien lo ha dado todo.

 ¿Qué balance hace de los meses más duros de la pandemia?

Como apuntaba anteriormente me he quedado maravillado con la responsabilidad, profesionalidad, humanidad, capacidad de adaptación de muchísima gente, de las empresas y administraciones en su conjunto. Y solo por la bondad y el compromiso que lleva mucha gente dentro.

Y me quedo con eso, pero no puedo dejar de reseñar que también ha habido unos cuantos que “han dado positivo en jeta”, no me refiero a los que han tenido un legítimo miedo, sino a los que han abandonado a sus compañeros, a las personas que atienden, a la empresa o la administración que les da de comer.

Pero insisto, sin tener ganas de repetir, creo que podemos estar orgullosos como sociedad de la capacidad de respuesta.

¿Qué ha aprendido Ilunion y los profesionales que forman parte de esta gran familia?

Hemos aprendido tantas cosas… Pero me temo que las hemos hecho porque el virus está ahí y queremos salvar vidas; posiblemente haya algún cambio estructural, transformacional, pero la naturaleza de las personas y las inercias nos llevarán, en gran medida a lo que éramos, a cómo éramos.

Eso en lo macro. En lo micro, cada uno sacará sus aprendizajes.

¿Cómo afrontan la llegada de 2021?

Con esperanza. Las vacunas, la concienciación, la mejora en los tratamientos, los aprendizajes de cómo tratar en lo sanitario y en lo emocional… nos hace pensar que esto solo puede ir a mejor. Rápido o despacio, pero la pandemia no va a ser tan virulenta como en la primera ola.

Es más, si ponemos en perspectiva, lo que hemos pasado y lo que estamos viviendo es una nimiedad en comparación con lo que vivieron nuestros padres y abuelos en la guerra civil y en la guerra mundial. No estamos en la “Alemania año cero” de Rossellini. No nos hemos matado unos a otros, no pasamos hambre y no hemos destruido las infraestructuras ni los medios de producción. Si ellos salieron y con fuerza, ¿no vamos a poder nosotros?

Lo que sí nos preocupa son las secuelas emocionales, sociales y económicas. Va a costar mucho recuperar la normalidad, que las familias no tengan miedo de las residencias.

¿Qué mensaje le lanzaría a las personas mayores y en situación de dependencia a las que atiende? ¿Y a sus familias?

Que estamos ahí. Que este mundo que estamos viviendo nos lo han construido y transmitido ellos. Que les queremos, cada uno a nuestros mayores cercanos, pero en conjunto a todos. Que somos personas, que sentimos y padecemos, que a veces hacemos cosas, incluso saliendo mal y pareciendo inhumanas e injustas, que lo hacemos con nuestra mejor intención, poniendo todos nuestros recursos e ilusión, y que nos ha desbordado en muchos momentos. Que nos hacemos cargo de lo que sufren, que nos gustaría reconfortar a todos, pero que elegir es renunciar. Y en estas circunstancias, más que nunca, era imposible ser perfectos.

Y por supuesto, que tenemos que recuperar la confianza los unos en los otros y, por supuesto, que estén en una residencia, un centro de día o en su domicilio, van a estar muy bien atendidos.

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