Ocho mujeres que viven en centros para mayores de DomusVi cuentan su experiencia y cómo lograron vencer al virus

Ocho mujeres que viven en centros para mayores de DomusVi cuentan su experiencia y cómo lograron vencer al virus

Las personas mayores que viven en residencias han sido uno de los grupos más golpeados por la pandemia del COVID-19. Con motivo del Día de la Mujer, que cada 8 de marzo conmemora la lucha de la mujer por su participación dentro de la sociedad, DomusVi comparte los relatos de superación de ocho mujeres residentes de entre 69 y 99 años que contrajeron el virus y superaron la enfermedad.

Nélida Fernández (A Fonsagrada, 85 años). Residente en DomusVi Lugo

“Soy mujer, tengo 85 años y he superado el Covid-19”, asegura con orgullo Nélida, que durante años regentó una pescadería y ahora vive en la residencia para mayores de DomusVi Lugo. “En un primer momento me sentí algo desconcertada, pero estuve tranquila. Me preocupaba mi salud pero me atendieron muy rápido”, recuerda. El virus le golpeó fuerte –“sentía que no podía respirar”– pero consiguió superarlo y ahora, con la llegada de la vacuna, ha recobrado la esperanza de volver a la normalidad. “Lo primero que quise hacer al recuperarme era caminar, me costó mucho volver a empezar, pero poco a poco lo fui consiguiendo”. Poco a poco, también ha vuelto a recuperar las rutinas y las alegrías de antes, como ver a su familia, estar con los demás residentes y “echar la partida de cartas”.

Dolores Escario (Alicante, 88 años). Residente en DomusVi Alicante Condomina

Dolores trabajó durante 10 años vendiendo productos de limpieza y, posteriormente, regentó un bar junto a su ya difunto marido. Ella era la cocinera. Cuando le comunicaron que había contraído el COVID-19, reconoce que se asustó mucho. “Durante unos días tuve un fuerte catarro, pero sin mayores consecuencias. Me asusté mucho al ver al personal del centro con esos trajes tan raros y por todo lo que se decía del virus en la tele”, asegura. Durante el confinamiento, lo que más echó de menos fue “no ver a mis amigas del comedor y al personal que siempre me había atendido”. Para Dolores, la vacuna representa una esperanza para que, por fin, “llegue el final de esta difícil situación y podamos darles besos y abrazos a nuestros familiares y amigos sin miedo”.

María Jesús Peralta (Córdoba, 69 años). Residente en DomusVi Can Carbonell

Lo que María Jesús más echó de menos durante el confinamiento fue “la visita de mis hijas, bajar al jardín de la residencia, pasear y tomar una Coca-Cola al aire libre”. Unos placeres sencillos que se vieron limitados por el virus, que afectó a su sistema inmunológico, dejándola “fatigada y con un dolor de cabeza bastante fuerte”. La residente cuenta que al principio se asustó pero que luego, en el hospital, ya estuvo más tranquila. “Me ponían oxígeno, me cuidaban muy bien y me daban la medicación necesaria”. Tras pasar el coronavirus y salir del hospital, María Jesús confiesa que deseaba volver a la normalidad y recuperar aquellos pequeños placeres como “estar con las compañeras, dar mis paseos y participar en las actividades de la residencia”.

Amparo Colino (Madrid, 82 años). Residente en DomusVi Arturo Soria

“Creo que todo el mundo debería vacunarse para poder acabar con este virus y poder volver a dar abrazos”, asegura Amparo, de 82 años, residente en DomusVi Arturo Soria. Cuando le comunicaron que había contraído el virus pensó en sus hijos, sus nietas y, sobre todo, en su marido, que había fallecido unos meses atrás. “Por suerte no tuve síntomas graves, pero me sentía muy triste y sola.

Cuando terminé el aislamiento, me hicieron un recibimiento en mi planta que me hizo muy feliz.” Hace unos días visitó el teatro EDP, en la Gran Vía madrileña, y volvió a recorrer las calles de su ciudad después de un año. “No sentí nostalgia, sino alegría de poder ver las calles de Madrid, unas calles en las que he vivido muchas experiencias. Creo que ya nos queda menos, pero no podemos bajar la guardia, que este virus se vaya es cosa de todos”.

Soledad Rodríguez (Zamora, 82 años). Residente en DomusVi Puerta Nueva

“Tengo un lema”, explica Soledad, residente en este centro de Zamora y ex maestra de Primaria, “conmigo no puede nadie”. Ni nadie ni el COVID-19. Soledad superó la enfermedad con síntomas leves y dando gracias a “Dios, la Virgen del Yermo y a la ciencia”. Durante el confinamiento echó mucho de menos “la libertad de poder moverse, salir, charlar, y convivir en la residencia”. No obstante, recuerda con cariño los aplausos de las 20.00 hs a los sanitarios y reconoce que le gustaría “conocer a la niña que me saludaba cada tarde desde el edifico de enfrente de la residencia”.

Fina Tizón (La Coruña, 99 años). Residente en DomusVi Matogrande

Fina, a sus 99 años, fue una de las mujeres afortunadas que superó el virus sin sufrir ningún síntoma. No obstante, tuvo que estar aislada en otro centro durante mucho tiempo porque sus pruebas continuaban dando positivo. “Me afectaron más las dosis de la vacuna que cuando tuve el virus”, recuerda ahora Fina. Además, comenta que lo que más le costó fue estar lejos de la residencia, pues echaba de menos “la compañía de mis amigos del centro y de los trabajadores, mi habitación y mis cosas”. Ahora ya está de vuelta y ya se siente “como en casa”.

Amparo Vicente (Madrid, 89 años). Residente en DomusVi Alcalá de Henares

“Fue muy doloroso y desconcertante. Buscaba a personas que ya no estaban y me dolió mucho no poder despedirme de otros residentes”, apunta Amparo, de 89 años, residente en DomusVi Alcalá de Henares, al recordar los peores meses de la pandemia. Ahora, la situación es distinta y más esperanzadora, sobre todo tras el inicio de la vacunación en las residencias: “hemos vivido su llegada con los brazos abiertos y no dudé ni un instante en ponérmela”.

Amparo, que pertenece a la congregación de Nuestra Señora de África, cuenta que durante el aplauso de las 20.00  hs “un día se me ocurrió sacar un pañuelo blanco. Al día siguiente, unos vecinos se percataron de mi pañuelo y lo sacaron ellos también. Se convirtió en una pequeña tradición. Tiempo después, me llegó a la habitación una carta y una fotografía ¡eran los vecinos! Me enviaron una carta preciosa y hemos entablado amistad”.

Concha Moreno (Córdoba, 82 años). Residente en DomusVi Santa Justa

Cuando era joven, Concha, cordobesa de 82 años, tenía muchas aptitudes para el cante y su gran voz la llevó a trabajar durante un tiempo como locutora de radio. El aislamiento, cuenta, fue “muy pesado”, pero por suerte ella no tuvo la sensación de “haber tenido el COVID-19” dado que no presentó ningún síntoma y durante toda la pandemia se ha encontrado bien de la salud.

En un momento en el que confiesa no encontrarse muy ilusionada –su marido falleció durante la pandemia debido a una enfermedad que ya padecía– Concha encuentra algo de consuelo en la vacuna: “Ahora estamos más tranquilos, me siento protegida. Es una esperanza para toda la sociedad”. Concha asegura que cuando se volvieron a permitir las visitas, lo que más ilusión le hizo fue volver a ver a sus hijos. “Siempre he estado en contacto con ellos por teléfono y les podía ver gracias a las videollamadas, pero verles en persona es lo que más deseaba”.

Mujeres Luchadoras

DomusVi quiere dar visibilidad y poner cara a tantas mujeres que durante todo un año han vivido confinadas, con medidas de prevención e higiene cumplidas escrupulosamente, que han echado en falta el cariño de sus familias pero que, afortunadamente, tenían el de los trabajadores de las residencias que siempre estuvieron a su lado y que, además, superaron el covid19. Así, en el perfil de Facebook de DomusVi se podrá ver el próximo lunes 8 de marzo una serie de testimonios en primera persona de estas mujeres luchadoras. #8M

 

 

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