riesgo de disfagia

Mayor riesgo de disfagia en pacientes institucionalizados, enfermos neurológicos y población anciana

La Fundación Jiménez Díaz ha organizado recientemente la “I Jornada de Disfagia en el Paciente Institucionalizado”. El objetivo ha sido dar a conocer y concienciar a los profesionales que trabajan con pacientes institucionalizados, personal de residencias y profesionales sanitarios de Geriatría. Y es que existe mayor riesgo de disfagia en la población anciana, enfermos neurológicos y personas en situación de dependencia, que llega a alcanzar hasta un 60 % de prevalencia en estos colectivos.

La disfagia es una afectación con grados de gravedad variables, puesto que las complicaciones derivan desde una deglución ineficaz que causa desnutrición y deshidratación al paciente, hasta una deglución poco segura que puede provocar problemas respiratorios como la neumonía por aspiración. “En la Unidad de Disfagia de la Fundación Jiménez Díaz nos centramos en diagnosticar a aquellos pacientes en los cuales el problema de deglución puede derivar en este tipo de dificultades graves”, puntualizó la doctora María Benavides Gabernet, especialista del Servicio de Otorrinolaringología del hospital madrileño.

Signos de alarma

Los síntomas más comunes que hacen detectar esta patología entre los pacientes son la tos y el atragantamiento mientras están comiendo. “La pérdida de peso, tardar en comer más de lo habitual, tener flemas constantes, la voz húmeda, secreciones durante las comidas, infecciones respiratorias de repetición o fiebre repetida de origen desconocido son también otros indicios, pero ocasionalmente pasan desapercibidos”, manifestó la especialista.

Asimismo, cuando un paciente es sospechoso de padecer esta patología, se le realizan pruebas clínicas, tales como la videoendoscopia, la videofluoroscopia, la manometría o la ecografía, para confirmar el diagnóstico y poder orientar el tratamiento.

Medidas compensatorias para disminuir las complicaciones

La doctora Raquel Cutillas Ruiz, especialista del Servicio de Rehabilitación de la Fundación Jiménez Díaz, detalló los problemas de salud que ocasiona la disfagia. “Muchas de las complicaciones que se producen al comer o beber implican que parte de lo que tragamos pasa, a través de las cuerdas vocales, a la vía respiratoria, hasta el pulmón, originando neumonías aspirativas o neumonitis química”, señaló la especialista, añadiendo como otras preocupaciones el riesgo de padecer desnutrición y deshidratación.

Además, recuerda la rehabilitadora, “no podemos olvidar que el placer de comer en muchos casos se realiza como actividad social en familia o con amigos, por lo que la disfagia puede llevar al aislamiento del paciente y afectación del estado de ánimo y la calidad de vida”.

No obstante, existen unas medidas compensatorias primordiales para disminuir estas complicaciones, como la adaptación de la dieta, la modificación de la viscosidad de los líquidos, la adaptación postural que dificulte la aspiración, evitar distracciones mientras se come o modificar la temperatura para favorecer su deglución.

Todas estas recomendaciones son clave para el personal encargado de los cuidados del paciente crónico e institucionalizado, ya que son los responsables de ponerlas en práctica de forma individualizada en cada persona afectada. “Es por ello que deben tener formación en disfagia y se les debe reconocer el importante papel que juegan para evitar las complicaciones en estos pacientes”, remarcó la Dra. Cutillas durante su exposición.

Además -aclaró- como parte del tratamiento de esta patología, “se trabajan ejercicios de potenciación, de estimulación sensitiva y de los reflejos deglutorios, así como maniobras deglutorias y estrategias que buscan estimular o modificar la fisiología de la deglución”.

En cuanto a la identificación de factores de riesgo, todas las patologías que afecten a las estructuras musculares, nerviosas y articulares que participan en la deglución pueden favorecer el desarrollo de la disfagia. “Dentro de las enfermedades que se asocian a esta afectación, están las patologías neurológicas (ictus, párkinson, parálisis cerebral, esclerosis lateral amiotrófica…) y los tumores o cirugías de cabeza y cuello”, indicó la especialista, antes de destacar que las personas con edad avanzada son más susceptibles de padecer problemas de deglución, a causa de una musculatura más débil, alteración sensitiva, de los reflejos deglutorios e incluso el déficit de piezas dentales.

Disfagia y desnutrición

La Dra. Cristina Calderón Sánchez, especialista del Servicio de Endocrinología y Nutrición de la Fundación Jiménez Díaz, abordó la estrecha relación que hay entre la disfagia y la desnutrición. “Al existir una dificultad en la deglución de los alimentos y un riesgo de atragantamiento, los pacientes suelen disminuir la ingesta y les cuesta mantener una dieta homogénea sin tomar sus comidas habituales”, advirtió.

Con el fin de que la persona afectada por esta patología no pierda peso, presente debilidad o padezca el riesgo de tener sarcopenia, osteoporosis o déficit en el sistema inmune, entre otras complicaciones, se realiza una valoración nutricional más detallada. “Se explican recomendaciones dietéticas para enriquecer la ingesta, tanto de forma calórica, como de forma proteica y, si la pérdida de peso es muy acusada, se valora pautar suplementos nutricionales añadidos a la dieta”, especificó la experta. Es esencial que los pacientes, especialmente las personas institucionalizadas, cubran sus necesidades calóricas en pequeños volúmenes de comida, y que el personal sanitario o familiar responsable de sus cuidados realice un seguimiento por si se diera el caso de que con la dieta no fuera suficiente.

El Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz cuenta con una Unidad de Disfagia multidisciplinar que, gracias al trabajo de los especialistas de los servicios implicados, tales como Otorrinolaringología, Rehabilitación, Endocrinología y Geriatría, y a las reuniones conjuntas que mantiene, ofrece el tratamiento más adecuado y preciso a cada paciente.

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