Todo lo que necesitas saber sobre irrigadores dentales

En la actualidad, nuestros conocimientos sobre odontología son mucho más extensos y ricos que los que teníamos hace apenas unos años. A estos conocimientos les acompaña la creación de herramientas mucho más avanzadas a la hora de cuidar de nuestra salud bucodental, siendo el irrigador una de estas creaciones.

¿Qué es un irrigador dental?

La dentadura es una preocupación sanitaria que nos concierne a todos, dada la propensión de esta zona a acumular toda clase de bacterias externas, debido a la consumición de comida y al contacto con el aire u otros cuerpos extraños, pero también debido a que es el lugar perfecto para la proliferación de dichas bacterias debido a la humedad y a la oscuridad.

Como es normal, esto se traduce en una mayor probabilidad de acabar con colonias bacterianas en nuestra boca, particularmente en la zona interdental, que es difícil de alcanzar durante el lavado, y además, presenta las características previamente mencionadas incluso más que en el resto de la boca.

Si además tenemos una dentadura postiza o un aparato, la posibilidad de que la comida quede atrapada en sus resquicios y entrando en estado de descomposición hasta acabar formando placa bacteriana es un peligro muy real.

Por supuesto, el cepillado es valiosísimo a la hora de defendernos contra las caries y contra posibles infecciones bucales, pero ¿cómo alcanzar allí donde ni siquiera el mejor cepillo puede?.

A continuación hablaremos de los irrigadores dentales, que ofrecen un grado de limpieza bucal y de confort que otros métodos de limpieza simplemente no pueden igualar.

El irrigador dental es una herramienta de limpieza interdental altamente personalizable, pensada para ser usada en acompañamiento del cepillo.

Cada irrigador es un mundo, pues cada irrigador es creado con un objetivo diferente, ya sea relacionado con el cepillado de aquellas zonas que un cepillo normal y corriente no alcanza o para poder mantener una dentadura postiza sana e impoluta.

Pero, ¿cómo saber que irrigador nos conviene más a nosotros y a nuestro estilo de vida? Pues por suerte existen portales como TuIrrigadorDental que te permiten comparar los numerosos modelos del mercado y elegir cuál queremos y cuál se adapta más. En esta página web podremos acceder a todo tipo de información sobre los modelos, desde su precio hasta el tamaño de su depósito de agua.

Los irrigadores dentales funcionan mediante una pequeña bomba de agua que traslada el agua depositada previamente a través de un tubo. Este tubo se dirige a un cabezal fino que puede diferir dependiendo del modelo, pero que en la mayoría de casos está diseñado para expulsar un fino chorro de agua a presión desde la punta.

El chorro es perfecto para alcanzar cualquier espacio entre los dientes o incluso entre la dentadura y el aparato, o también para limpiar una dentadura postiza. El depósito se puede llenar con agua caliente, con agua mezclada con enjuague bucal o con cualquier otro colutorio que nuestro odontólogo nos haya recomendado.

Tipos de irrigador dental

Como ya hemos mencionado previamente, no existe un único tipo estandarizado de irrigador, aunque todos se asemejan en algunos aspectos. Estas variaciones están pensadas para adaptarse a los distintos usos que queramos sacar de nuestro irrigador particular, pues no es lo mismo tener encías sensibles que llevar aparato o prótesis dental, requiriendo cada una de estas situaciones un cuidado muy diferente.

Para el caso de aquellas personas con encías sensibles existen, por ejemplo, los irrigadores dentales con cepillo eléctrico en el cabezal. Estos irrigadores ofrecen la misma protección y limpieza que un cepillo eléctrico, pero sumando el cuidado de las encías que nos da un buen irrigador.

Si lo que realmente buscamos es un irrigador fuerte que sea capaz de despegar todos los restos de comida y bacterias de nuestro aparato o prótesis dental, el irrigador sin cepillo es mucho más manejable, pues podemos conducir el chorro allá donde queramos. Esto nos permite apuntarlo a los espacios entre el diente y el aparato, el diente y la prótesis, o incluso, allí donde se juntan los molares o sufrimos un apiñamiento dental, que pueden ser sitios particularmente propensos a la placa bacteriana.

Por último, un tipo muy popular de irrigador entre aquellas personas que están en constante movimiento y han de viajar en tren o avión a menudo, es el irrigador portátil. Este modelo cabe perfectamente en cualquier mochila, y apenas pierde en lo referente a potencia o calidad. El depósito de agua se suele hallar en el propio mango, dándole el aspecto de un cepillo de dientes eléctrico como cualquier otro.

Cómo usar el irrigador dental

Lo primero es rellenar hasta arriba del todo el depósito de agua limpia y bien filtrada. Esto es importante, ya que el agua va a entrar en nuestras bocas y queremos que esté limpia. Una vez terminemos de usarlo, tenemos que deshacernos del agua para que no se formen bacterias en ella.

Cuando el depósito está lleno, procederemos a poner el cabezal del irrigador contra nuestro diente y, sin hacer presión, lo encenderemos. El consejo de la mayoría de dentistas profesionales es que se empiece con la limpieza desde los dientes que están más atrás, dado que de este modo, la suciedad empezará a salir de la boca más rápidamente.

Lo ideal es dedicarle una buena cantidad de tiempo a cada diente, hasta que no veamos salir más suciedad de los espacios interdentales. Un uso adecuado y habitual del irrigador dental nos ofrecerá un grado de limpieza que el hilo dental es incapaz de igualar.

La presión del agua que es ejercida por un irrigador sólo es comparable a una visita al odontólogo, por lo que esta máquina nos ahorrará mucho dinero en visitas al dentista a largo plazo.

Por si fuera poco, en el caso de las prótesis dentales, los irrigadores están doblemente recomendados, debido a que el hilo dental puede llegar a empeorar la fijación de la prótesis, pero éste no es el caso cuando se trata del chorro de agua a presión del irrigador dental.

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