La higiene personal mejora la salud y la calidad de vida de los residentes

Los centros sociosanitarios deben contar con los protocolos adecuados para la correcta higiene y aseo personal de los residentes, tanto válidos como asistidos, que deben adaptarse a sus necesidades particulares. Entre los beneficios destacan el mantenimiento de la salud y la mejora de la calidad de vida, ya que el cuidado personal permite conservar una buena imagen física y, de esta manera, fomenta su autoestima. Por otra parte, este momento tiene que respetar el grado de autonomía de los residentes, así como su intimidad y dignidad. Por ello, los gerocultores o auxiliares de atención directa deben mostrar una sensibilidad especial y, al mismo tiempo, contar con los materiales y apoyos técnicos necesarios para que la ducha o el aseo personal se convierta en una rutina lo más agradable posible, cómoda y segura.

La higiene y el aseo personal de los residentes abarca el lavado de la cara, cuerpo y cabello, limpieza bucal o de las prótesis dentales y el tratamiento de la piel, que implica el correcto secado e hidratación. En cuanto a los cuidados personales, destacan el peinado, afeitado y depilación menor, pedicura y manicura, así como la ayuda necesaria para que el usuario se vista con ropa limpia.

En resumen, se trata de un conjunto de actuaciones destinadas a conseguir las mejores condiciones de salud, cuidado de la piel e imagen. La jefa del Área Técnico-Asistencial del Grupo Amma, Ana García, explica los pasos establecidos en los protocolos de higiene y aseo: “Seguimos el plan de cuidados específico para el residente marcado por el Servicio de Terapia Ocupacional o Enfermería, tratando de fomentar al máximo su autonomía en cuanto a las actividades básicas de la vida diaria relacionadas con la higiene y el aseo. Además, informamos al residente de la actividad que se va a realizar, manteniendo siempre la intimidad y temperatura adecuada de la habitación y del agua”.

El orden de lavado, afirma García, debe ser: ojos, cara, orejas, cuello y hombros, brazos, manos y axilas. Se cambia el agua y continua el lavado del tórax, mama, abdomen, extremidades inferiores (piernas, pies), espalda y, por último, genitales y región anal. “Siempre se termina la ducha o aseo con la higiene de las zonas más contaminadas. El protocolo es enjabonar, aclarar y secar, cambiando el agua”, añade.

Por su parte, la directora del centro de mayores Casablanca Valdemoro (Madrid), Estrella Almaraz, detalla que el aseo e higiene de los residentes consiste en una ducha diaria. Pensando en su seguridad y comodidad, “utilizamos silla geriátrica si tiene problemas de movilidad, adaptador de baño (asiento de pared) o grúa de movilización. Los productos son esponjas jabonosas desechables, champú para el lavado de la cabeza y crema hidratante para el cuerpo. Si es varón, se realizará el afeitado diario, con maquinilla desechable o máquina eléctrica en propiedad. El lavado de dientes o prótesis dental también será diario, y después de cada comida. El último paso será vestir al residente con ropa limpia”, expone Almaraz.

Tras el lavado, el auxiliar de atención directa debe secar la piel y aplicar crema hidratante corporal, así como pomadas para la prevención de úlceras, prestando especial atención a los pliegues.

En cuanto al tiempo que requiere el proceso de aseo personal, depende del grado de dependencia de la persona. “Nosotros aconsejamos que no estén más de 10 o 15 minutos en la ducha, pero la tarea puede durar de 7 a 25 minutos”, considera la jefa del Área Técnico-Asistencial del Grupo Amma. Desde Casablanca, concretan que alrededor de 20 minutos.

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