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Trabajo social: vocación de servicio en pro del mayor bienestar y la mayor autonomía

Estos serían los objetivos del trabajador social, conseguir la máxima autonomía de la persona y el mayor bienestar sea cual sea el ámbito en el que necesite cuidados, ya sea su hogar, un centro de día o un centro residencial. Y, por otra parte, facilitar las herramientas más eficaces para fomentar el envejecimiento activo y retrasar lo máximo posible las situaciones de dependencia. Nos acercamos a una de las figuras profesionales esenciales cuando hablamos de personas mayores y de personas con dependencia para conocer cuáles son sus ámbitos de actuación, cuáles sus tareas y cuál el modelo de cuidado en el que se enmarcan.  

Según la Federación Internacional de Trabajadores Sociales, el trabajo social “una profesión basada en la práctica y una disciplina académica que promueve el cambio y el desarrollo social, la cohesión social, y el fortalecimiento y la liberación de las personas”. Según esta definición, la justicia social, los derechos humanos, la responsabilidad colectiva y el respeto a la diversidad, son esenciales para el trabajo social.  

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Rubén Yusta, vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Trabajo Social de Madrid

Estamos ante una profesión que trabaja en una gran variedad de ámbitos, lo que implica una gran variedad de labores a realizar. Y una profesión que nos es mucho más cercana sobre todo desde que en el año 2007 se pone en marcha la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia. Porque, es con esta normativa con la que se abre un espacio más importante para estos profesionales en el campo de la gerontología. Así lo afirma el vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Trabajo Social de Madrid, Rubén Yusta, refiriendo que el trabajador social es aquel profesional que se encarga de potenciar las capacidades y la autonomía en las personas. 

Áreas de actuación 

De forma muy general podemos concretar que el trabajo social es el responsable de realizar un diagnóstico de la situación de cada persona, de cuáles son sus necesidades y de “acompañar tras ese diagnóstico a los usuarios de cada a las necesidades que puedan ir surgiendo”. El objetivo de ese acompañamiento no es otro que conseguir que la persona consiga “la mayor autonomía posible”, convirtiendo al trabajador social en el “profesional de referencia para acompañar y ayudar a que la persona se encuentre lo mejor posible”. 

La intervención social de estos profesionales llega a muy diferentes áreas, desde la educación y la salud, hasta la justicia, y llega por tanto a muy diferentes colectivos sociales, desde la infancia, la mujer o las personas mayores, a las personas con discapacidad, personas con problemas de drogadicción o inmigrantes. 

En ese objetivo, que es muy amplio, las áreas de actuación en las que puede ejercer su profesionalidad un trabajador social son muchas y variadas. Por ejemplo, y volviendo a la ya mencionada Ley de la Dependencia, el trabajo social realiza una labor muy importante como explica Yusta. Se encarga de la búsqueda de recursos y de actividades que contribuyan a fomentar el bienestar de la persona, para que con ellos no sea necesario llegar a una situación de dependencia”, o en caso de personas dependientes asesorarles y mostrarles cuáles son los recursos más apropiados a cada situación.  

Si hablamos de personas mayores independientes, la labor de estos profesionales se centra en la prevención y en la promoción del bienestar y en, como apuntaba el trabajador social, evitar o retrasar en la medida de lo posible que aparezcan situaciones de dependencia. Yusta reconoce que en la actualidad, por ejemplo, el trabajo social está muy centrado en prevenir situaciones de soledad no deseada, respondiendo así a una necesidad social real. Porque, en esta sociedad en la que vivimos, “que parece muy evolucionada, cada vez tenemos un mayor grado de dependencia de las nuevas tecnologías. Por eso es necesario reducir la brecha que crea ese avance y que, en muchos casos, van dejando al margen a muchas personas, sobre todo a esas personas que no han nacido en la era digital”. Y ayudarles en situaciones eminentemente prácticas y necesarias para el día a día de las personas mayores, como es realizar transacciones bancarias, pedir una cita médica o realizar una compra online. En este sentido, Yusta afirma que se está trabajando mucho por “crear otros tipos de envejecimiento, y creo que se está avanzando mucho porque, cada vez más, aumenta el número de personas mayores en nuestra sociedad, y aumentan las formas diferentes de envejecimiento que tenemos”.

Además de esta labor claramente preventiva, que fomenta el envejecimiento activo y pone los recursos para evitar situaciones de dependencia, o al menos para retrasarlas el máximo tiempo posible, el trabajador social tiene un papel muy importante también cuando esas situaciones de dependencia ya han aparecido. En estos casos el objetivo general del trabajador social es “garantizar que todas las necesidades de las personas dependientes estén cubiertas”. 

El trabajador social suele ser, además, “la puerta de entrada” de las personas a la hora de iniciar los trámites de dependencia. Es el profesional que está ahí para realizar la “identificación inicial de la situación de dependencia” y que, después de esa valoración, está ahí para ir gestionando todos los trámites que la persona necesite para asegurar que todas sus necesidades estén cubiertas, es el acompañante durante todo el proceso y no solo para la persona que muestra algún grado de dependencia, también lo es para su familia. 

Como señala Yusta, en todo el proceso el papel del trabajador social es también “garantizar los derechos de todas las personas, independientemente de la situación en la que se encuentren”. Es decir, independientemente de su grado o no de dependencia, de discapacidad, todas las personas tienen derecho a seguir decidiendo cómo quieren ser cuidadas, por lo que el trabajador social garantizará que se tenga en cuenta su voluntad. 

El trabajador social en un centro de día

Este profesional es el que se encargará de diseñar y poner en marcha el plan de actuación que debe seguirse con cada uno de los usuarios, atendiendo a sus necesidades concretas y sin perder de vista cuáles son los puntos de mejora en cada casa. 

Éste es, quizá, el papel del trabajador social en la mayoría de los casos, “como recurso en un centro de día”, aunque como también apunta Yusta, últimamente cada vez es más frecuente encontrarse con la figura del trabajador social como director de los centros. Sea como fuere, queda claro que el fin último de estos profesionales es “potenciar al máximo posible la autonomía de la persona”. 

El vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Trabajo Social de Madrid, el centro de día suele estar muy enfocado a realizar labores de rehabilitación, facilitando que el usuario pueda volver a su domicilio cada día y facilitando, entonces, que esa persona permanezca lo máximo posible en su hogar. 

Aunque también, en muchas ocasiones, el centro de día “supone la primera fase, el primer contacto con lo que supone la institucionalización de la persona. Y es aquí donde creo que es muy importante hacer una valoración en todos los aspectos”, afirma Yusta. Este profesional reconoce que cuando hablamos de bienestar y gerontología, solemos fijarnos en un “enfoque biopsicosocial”, en el que el papel del trabajador social es esencial, “porque se encarga de intervenir en todas las relaciones sociales que tiene la persona, en todo el proceso de adaptación, en el que cuadren todas las pieza entre el centro, el entorno familiar y los deseos y preferencias de la propia persona, convirtiendo al centro de día en un recurso útil para esa persona”. 

El trabajador social en un centro residencial

Cuando esa persona necesita otras prestaciones, otros cuidados que ya no puede recibir ni en un centro de día ni en su propio domicilio, llega el momento de decidirse por un centro residencial. Y aquí el trabajador social también tiene una labor importante desde el primer momento, porque su figura es clave para facilitar la adaptación del usuario del centro a su nuevo hogar. 

“Somos ese profesional de referencia que la persona tiene desde el principio, con el que has contactado en un primer momento, que te va a ayudar a que puedas ir manejándote en los primeros días, y que te seguirá acompañando durante todo el camino”, explica Yusta. El trabajador social se convierte entonces, en ese acompañante que analiza las necesidades de las personas, su evolución en el centro, y que trabaja “para que la persona sea lo más autónoma posible, para que se priorice siempre su decisión”, enmarcando su labor en un equipo multidisciplinar de profesionales que trabaja en el modelo de atención centrado en la persona. 

“Eso son valores que comparten ese modelo de atención y el trabajo social, porque si te apoyas en los valores de la atención centrada en la persona y en los valores del trabajo social, te das cuenta de que estamos trabajando hacia el mismo punto”, resume el profesional. 

Como vemos son muchas y muy variadas las funciones que desarrolla el trabajador social con las personas mayores y las personas con dependencia, aunque según Yusta se trata aún de una figura bastante desconocida en general, en el sentido de que no recurres a un trabajador social hasta que no se te presenta una problemática, una situación ante la que necesites ayuda, orientación, acompañamiento. 

“Creo que el trabajador social es una figura cercana, que se presta a contar con ella, es una pieza de enlace entre el centro, los profesionales y la institución en sí, y es algo positivo porque debemos seguir fomentando el acompañamiento en todos los sentidos”, puntualiza Yusta. 

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