El Valle mejora la calidad asistencial de las personas con demencia

Ahora, el Centro Residencial El Valle de Montijo es un centro donde los residentes gozan de una mayor calidad en la atención porque, como se ha acreditado oficialmente, es un Centro Libre de Sujeciones. Tras tres años de trabajo se ha conseguido el objetivo marcado, en línea con el Programa Desatar al Anciano y al Enfermo de Alzheimer de Ceoma, con el que “todos ganan”, como reconoce la directora del centro, Gertrudis Calero. De su mano repasamos cuáles han sido los cambios más significativos adoptados para liberar al centro de las sujeciones y cuáles los beneficios conseguidos, a todos los niveles.

 

 

El Centro Residencial El Valle recibió, el pasado mes de abril, la acreditación definitiva como Centro Libre de Sujeciones, que otorga la Confederación Española de Organizaciones de Mayores, Ceoma. De este modo, este centro ubicado en Montijo y dependiente del Servicio Extremeño de Promoción de la Autonomía y Atención a la Dependencia, SEPAD, se convierte en el primero de titularidad pública destinado a personas con demencia que, a nivel nacional, obtiene este reconocimiento, y es el primer Centro Libre de Sujeciones en la comunidad. Una acreditación que supone el acicate necesario para realizar la transformación que lleva a mejorar la atención, la calidad de vida de los residentes y la manera en la que los profesionales ponen en práctica los cuidados.

Esta es la acreditación definitiva que llega tras tres años de trabajo en el marco del programa Desatar al Anciano y al Enfermo de Alzheimer de Ceoma. La directora del centro, Gertrudis Calero, reconoce que esta acreditación es “un reconocimiento por potenciar la autonomía, mejorar la calidad de vida y la calidad asistencial de las personas con demencia”. El reconocimiento al trabajo diario que realizan todos los profesionales y que ha demostrado que es posible cuidar sin sujeciones, al mismo tiempo que “se ha producido un cambio cultural en la organización y en cada uno de los profesionales del mismo, que garantiza que no volverá a utilizarlas”, asegura Calero. La directora confirma que “desatar ha sido un motor de mejora” que ha influido en diferentes procesos asistenciales, y que gracias a lo que implica esta acreditación, cumplen “un estándar de oro de calidad asistencial”.

La directora reconoce que, al ser el primero con esta acreditación en la región, y el primero a nivel nacional de titularidad pública para personas con demencia, están animando a todos los responsables de otros centros a que les visiten, porque “si un centro puede, pueden todos”. Unas visitas que constatarán que el uso de las sujeciones no solo incide en la calidad de vida de los usuarios de los centros, también lo hacen en los profesionales que ven limitada su labor, “ven empobrecido su desarrollo profesional de conocimientos y experiencia debido a que las sujeciones no dejan trabajar en otras líneas posibles”. Calero reconoce que la sensación de seguridad que puede aportar el uso de sujeciones, y la sensación de tranquilidad, “se traduce en un menor tono de vigilancia en el centro. Pensar que el utilizarlas nos proporciona altas cuotas de seguridad anula la necesidad de mejorar la seguridad física pasiva”.

Cambios significativos en la atención

Como apuntaba la directora de El Valle, este programa ha sido un motor de mejora que ha influido en diversos procesos asistenciales. Unos cambios que se han centrado en dos líneas estratégicas fundamentalmente. Por un lado en una línea de mejora continua de la seguridad física pasiva, “con medidas organizativas de las tareas de atención directa, trabajo interdisciplinar, creación de zonas de alta seguridad, áreas de especial vigilancia,
medidas ambientales para las zonas de mayor incidencia en caídas, circuitos de seguridad, iluminación, ayudas técnicas, adecuación de mobiliario, sensores de movimiento, etc.”, explica. Y por otro lado, la línea de prevención y manejo de los síntomas psicológicos y coductuales de la demencia, un trabajo que ha mejorado “la comprensión de la génesis de los mismos” por parte de los trabajadores del centro, además de mejorar las medidas para prevenirlos y evitar su escalada. También han mejorado las medidas no farmacológicas “basadas en la empatía de los profesionales con las personas con demencia, las medidas ambientales centradas en la habilitación de espacios de estímulos controlados, espacios de deambulación segura, espacios para promover actividades espontáneas”, también medidas organizativas centradas en las tareas de cuidados y cobertura de necesidades de las personas con demencia y la creación de unidades diferenciadas para los residentes en las distintas etapas.

Todo este trabajo consigue, como apunta la directora, mejorar la forma de trabajar en el centro, la calidad de vida de los residentes y, por supuesto, la calidad de la atención que se les ofrece en todo momento. “Evitar las sujeciones es evitar sus consecuencias, que son importantes cuando la persona tiene algo que perder”, explica Calero. Además de atentar contra la dignidad de las personas, “son pérdidas de todo tipo, como pérdida de la función cognitiva, pérdida de la continencia, pérdida de la integridad cutánea, pérdida del funcionamiento físico, pérdida de apetito e incluso muerte súbita y muerte por estrangulación”, añade, sin olvidar el sufri- miento psicológico.

Eliminar las sujeciones en el centro conlleva, además, una adecuación de infraestructuras, ambientales, ajustes organizativos, mejora de conocimientos y experiencias de los propios profesionales en esa búsqueda de caminos alternativos
para manejar los síntomas psicológicos y conductuales que presentan las perso-
nas que sufren demencia, y su seguridad, como afi rma la directora de El Valle. Estas adecuaciones llevan a aplicar un modelo de atención muy concreto, el modelo de Atención Centrada en la Persona, y “se produce un cambio interesante en las incidencias de las caídas y en las consecuencias que tienen estas”, siendo los resultados mucho mejores que cuando esas caídas se producían utilizando las sujeciones.

No solo los profesionales valoran trabajar en un centro libre de sujeciones, y los residentes comprueban cómo se modifica la atención que reciben y ganan en calidad de vida, también los familiares de estos residentes apoyan este cambio en el centro y, como afirma su directora, han recibido con entusiasmo esta acreditación. “Nosotros hemos hecho con los familiares un pacto de seguridad, en el que el centro les ofrece una seguridad razonable sin usar sujeciones”, consiguiendo un mayor grado de bienestar y de autonomía física, mental y psicosocial de los residentes. Y, como asegura Calero, los familiares siempre prefieren que “se trabaje la calidad de vida y nos ayudan asumiendo cierto riesgo controlado”.

Tres años de trabajo

Para conseguir esta acreditación definitiva como centro libre de sujeciones, El Valle ha trabajado durante tres años para adecuarse a los requerimientos del Programa Desatar al Anciano y al Enfermo de Alzheimer. La directora recuerda que en el mes de abril de 2018 iniciaron la formación del programa de Ceoma. Previamente habían realizado un diagnóstico de la situación del centro y 10 meses después de la intervención del programa, “habíamos conseguido eliminar todas las sujeciones”. En el mes de marzo del año siguiente obtienen la acreditación inicial y, ya en el mes de abril pasado, la definitiva. “Era cierto lo que nos contó en la primera intervención el director del programa, Antonio Burgueño, esto es ver para creer, decía, y para verlo hay que ponerse en ello y comprobar cómo finalmente se consigue”, asegura Calero. Además de la formación, “ellos nos aportaron la estrategia necesaria para lograrlo y dejaron que nosotros buscásemos las soluciones”.

Gertrudis Calero, directora del Centro Residencial El Valle.

Haciendo balance de este tiempo, de estos tres años y del trabajo realizado, la directora reconoce que lo que resaltaría es la transformación que se consigue, porque “aquí todos ganan”. Ganan las personas que viven en el centro, los profesionales que han asumido el reto también “porque crecen en desarrollo y satisfacción”, y gana la organización “que se transforma llegando a cumplir unos estándares de calidad asistencial muy buenos”.

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