Teleasistencia del futuro: monitorización versus privacidad e intimidad

La teleasistencia avanzada, a través de las nuevas tecnologías de monitorización y conectividad permanente, permiten conocer las rutinas del usuario en tiempo real y promover una atención mucho más preventiva y proactiva. Si bien aporta calidad de vida a las personas mayores que viven en su domicilio, también surge un importante dilema ético: ¿cómo se va a mantener el equilibrio entre la privacidad e intimidad de las personas y el control de la información?, ¿dónde están los límites?

En este reportaje, los principales operadores (Atenzia, Eulen Sociosanitario, Cruz Roja Española, DomusVi, Ilunion Sociosanitario, Asispa y Clece) y proveedores de tecnología del servicio de teleasistencia (Essence, Neat y Tunstall Televida) defienden la incorporación de la tecnología de forma que resulte prácticamente imperceptible para la persona usuaria mediante dispositivos no invasivos y en un entorno lo más humano posible, porque la tecnología no puede sustituir el contacto del usuario con los profesionales. Asimismo, coinciden en señalar que la teleasistencia avanzada impulsará la telemedicina, se convertirá en un servicio preventivo imprescindible y consolidará la coordinación sociosanitaria, ya que integrará en el hogar recursos domiciliarios, servicios médicos, de seguridad, etc.

Como punto de partida, los operadores de teleasistencia avanzada y proveedores de tecnología están de acuerdo en que los límites en la prestación del servicio se encuentran, por un lado, en la aceptación voluntaria y expresa del usuario y, por otro, en la Ley de Protección de Datos y en la normativa que regula la teleasistencia avanzada.

Actualmente, vivimos en una sociedad globalizada e interconectada. Esto tiene grandes ventajas, pero también ciertos inconvenientes. “Los prestadores de teleasistencia tenemos que informar al usuario de forma detallada en qué consiste el servicio, su finalidad, para qué se van a utilizar sus datos y dónde se almacenan. Y algo mucho más importante: tenemos que asegurarnos que comprende y acepta esa información”, señala la directora de Ofertas y Técnicos Especialistas de Eulen Sociosanitarios, Emma Real.

Sobre la monitorización de las rutinas diarias, el director de Servicios Tecnológicos Digitales de Cruz Roja Española, Carlos Capataz, cuestiona hasta qué punto es lícito registrar y analizar los movimientos que realiza una persona en su casa. “Por eso, debemos informar al usuario que el objetivo es garantizar la autonomía en su entorno habitual, especialmente mayores, y supone una alternativa a las residencias y complementaria a los cuidadores”, subraya. Para ello, Capataz defiende la transparencia con la persona usuaria. Actualmente, Cruz Roja participa junto a la Fundación Tecsos y otras ocho entidades en el proyecto europeo GHOST, encaminado a garantizar la seguridad de los servicios de teleasistencia en los hogares digitales, mediante el desarrollo de una solución que vele por la privacidad de los datos involucrados.

En la misma línea, la directora de Operaciones de Teleasistencia de la División Domiciliaria de DomusVi, Auxiliadora Galán, añade que los dispositivos de teleasistencia se diseñan para no ser intrusivos y adecuarse a las rutinas de los usuarios de la forma más silenciosa posible. “El usuario debe estar convencido de las ventajas que puede aportarle este tipo de tecnología y aceptar conscientemente este intercambio de información personal”, asegura. Sobre esta cuestión, la directora de Desarrollo de Negocio en Salud Tunstall Televida, Ester Sarquella, insiste en que es necesario “analizar y valorar la proporcionalidad entre la disminución del grado de intimidad y el beneficio obtenido”.

Igualmente, los proyectos de monitorización y análisis de rutinas de Ilunion Sociosanitario utilizan dispositivos no intrusivos instalados en el domicilio, “que cuentan con el consenso y autorización de las personas usuarias, y estableciendo de manera coordinada los límites de las áreas a monitorizar y previa firma del consentimiento informado”, manifiesta el director general, Joaquín Leizaola. De la misma opinión es la directora de teleasistencia de Asispa, Sonia Zapico: “Cada persona de forma individual debe ser quien señale los límites de acceso a su ámbito más privado y las entidades prestadoras han de acompañar y respetar esa decisión, con el único objetivo de buscar siempre el equilibrio entre seguridad y respeto a la intimidad”.

El responsable de Teleasistencia de Clece, Ángel Mediavilla, concreta un poco más: “La protección de los datos está garantizada mediante accesos específicos a la plataforma de gestión altamente segurizados, dentro de un entorno protegido y con protocolos cifrados para que únicamente las personas autorizadas puedan acceder a la información para fines estrictamente relacionados con la gestión del servicio que tiene como fin el bienestar y seguridad del usuario”.

Como proveedor de tecnología, Essence también apuesta por la creación de entornos donde la tecnología sea imperceptible para el usuario y mínimamente intrusiva, que actúe solo cuando sea necesario. “Desarrollamos dispositivos de alarma inteligentes y algoritmos de inteligencia artificial. En ningún caso, optamos por cámaras ni tecnologías basadas en imágenes de los usuarios”, explica el director comercial de Teleasistencia en Essence, Antonio Palomino.

Equilibrio entre tecnología y factor humano 

Si bien la tecnología es una aliada indispensable de la teleasistencia, en ningún caso puede sustituir a las personas ni al trato humano. “La incorporación de la tecnología y la domótica a los domicilios es un vehículo para la atención, no un fin en sí mismo. Son instrumentos que nos permiten identificar con mayor antelación y fiabilidad potenciales situaciones de riesgo de los usuarios e intervenir de forma ágil y proactiva”, indica Auxiliadora Galán de DomusVi.

Por su parte, Sonia Zapico de Asispa destaca que tecnología y profesionales se complementan y potencian mutuamente. “La tecnología debe resultar transparente para la persona usuaria, evitando que interfiera en la calidez de su relación con los profesionales”, explica. En la misma línea, Carlos Capataz  de Cruz Roja Española subraya que no vale solo contar con eficientes dispositivos último modelo, “porque el factor humano es imprescindible para prestar un servicio con calidad y calidez”.

A este respecto, Ángel Mediavilla de Clece incide en que los profesionales de teleasistencia son personas que trabajan para las personas. “Por ello, han de tener formación sobre los procesos evolutivos y psicosociales de los usuarios y disponer de las herramientas y recursos necesarios para establecer una relación de confianza, que permita prevenir procesos de vulnerabilidad, fragilidad o abandono y poder aplicar las estrategias de intervención”, señala.

En paralelo a la incorporación de soluciones de monitorización de estilos de vida, Joaquín Leizaola de Ilunion Sociosanitario destaca la necesidad de replantear el papel de los profesionales: “Valorar si los actuales perfiles y las tareas que hoy desarrollan seguirán como hasta ahora. La monitorización del comportamiento y rutinas diarias y/o valores biomédicos, van a requerir de un análisis y seguimiento de profesionales expertos, quienes desde su capacitación técnica personalicen recomendaciones o pautas de cuidado, que permitan actuaciones preventivas desde el análisis de los datos y sean muy sensibles a las necesidades, inquietudes y emociones de las personas usuarias”.

Por otra parte, Ester Sarquella de Tunstall Televida reconoce que la virtualización de algunos procesos asistenciales puede suponer un menor contacto de las personas con sus profesionales de referencia, “los profesionales podrán invertir más tiempo presencial con las personas más vulnerables”.

Aunque Essence es una empresa tecnológica, Antonio Palomino asegura que “el factor humano siempre está detrás de la tecnología, porque nuestros usuarios son personas. Ninguna tecnología podrá sustituir, ni siquiera mitigar, la necesidad del contacto humano. En nuestro caso, pretendemos que nuestra tecnología facilite la labor de las personas que cuidan de los usuarios, al tiempo que maximiza su capacidad de ofrecer dichos cuidados”.

Formar a los usuarios

La telasistencia está asistiendo a importantes cambios en poco tiempo. ¿Está la sociedad preparada para asumirlos? Los operadores coinciden en afirmar que sí, porque es un recurso que permite a las personas mayores permanecer en su hogar con calidad de vida y en condiciones de seguridad el mayor tiempo posible. No obstante, formar al usuario ante los nuevos servicios que emergen podría ayudar a su implantación y consolidación.

Así lo entiende Ángel Mediavilla de Clece: “Las personas mayores van a estar progresivamente más familiarizadas con los dispositivos tecnológicos, lo cual va a facilitar que los acepten como equipamiento doméstico y/o personal, siempre que estos se adapten óptimamente a sus necesidades, tanto en su facilidad de uso como en el enfoque y diseño desde una supervisión no invasiva de la persona”.

Por su parte, Auxiliadora Galán de DomusVi reclama a todas las Administraciones Públicas “un compromiso para dotar de la tecnología de comunicaciones necesaria a las zonas urbanas pero, sobre todo, a las zonas rurales y aisladas”. Respecto a los usuarios, “es importante acercarles las novedades tecnológicas y ayudarles a comprender lo que éstas pueden aportar a su bienestar”.

En la misma línea, el director de Servicios Tecnológicos Digitales de Cruz Roja Española defiende que mejorar la calidad de vida de las personas en su entorno supone una mayor inversión en atención y recursos: “Innovar no es barato y, por ello, es necesario que seamos conscientes de la necesidad de incrementar los presupuestos si queremos ofrecer un servicio de calidad y acorde a los hábitos actuales de las personas y, también, a las oportunidades que nos ofrece la tecnología actual. Las personas tienen que participar de forma activa en su autocuidado”.

Por su parte, Sonia Zapico de Asispa también afirma que la sociedad actual muestra a diario su adaptabilidad a toda aquella tecnología que le resulta de utilidad y, por tanto, la incorporación de innovaciones tecnológicas en teleasistencia contará con su aceptación “siempre que confluyan con los intereses de las personas usuarias y sus familias. Eso significa que para acceder a algunos de los nuevos servicios que ofrece la teleasistencia avanzada, ni los propios usuarios ni sus familiares precisan de formación muy exhaustiva.

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