La vertiente de género en el mundo de la discapacidad incrementa la desigualdad

¿Sufren las mujeres con discapacidad una mayor exclusión por el hecho de ser mujer? ¿Añade el género factores de discriminación a la propia discapacidad?  ¿Cuál es la situación real que viven estas mujeres? ¿Se trata de una realidad conocida, suficientemente visualizada?

Si escuchamos las reflexiones que sobre este asunto hacen las diferentes organizaciones que articulan y trabajan en el mundo de la discapacidad, cabe asegurar que la vertiente de género añade aún más desigualdad a las mujeres con discapacidad. En este artículo intentamos acercarnos a esa realidad y conocer cuáles son los ámbitos en los que aún queda mucho camino por recorrer para poder hablar de igualdad.

Si cuando hablamos de diferencias de género se confirma la necesidad de seguir luchando por instaurar la igualdad en todos los ámbitos, la brecha se incrementa cuando hablamos de personas con discapacidad. Las mujeres con discapacidad mantienen sobre la mesa factores de exclusión que deben ser resueltos en un mundo global que aboga, públicamente, por el respeto a los derechos universales. Según se desprende de las últimas comunicaciones  hechas públicas por los colectivos que trabajan con el mundo de la discapacidad, estas mujeres sufren con mayor frecuencia limitaciones en diferentes ámbitos.

Según el INE, un 6,3% del total de mujeres en nuestro país tiene reconocida una discapacidad. Son un 50,2% de las personas con discapacidad. Se trata de un grupo muy diverso, es decir, un grupo en el que no existe una identidad única. Y se trata de un grupo que sufre una doble discriminación, sumando al género otras categorías como la raza, el lugar en el que reside o el nivel económico.

Manual básico sobre género y discapacidad

Para dar una mayor visibilidad a la situación real que viven las mujeres con discapacidad en nuestro país, las necesidades que presentan, la Confederación  Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica, COCEMFE, junto a la Confederación Estatal de Mujeres con Discapacidad, CEMUDIS, han editado el Manual básico sobre género y discapacidad.

El presidente de la entidad, Anxo Queiruga, reconoce que la igualdad de género “es un objetivo fundamental”. Defiende que es necesario trabajar por conseguir esa igualdad y la plena participación de las mujeres en todos los ámbitos, ya que “para cumplir con el Objetivo de Desarrollo Sostenible de igualdad de género, es imprescindible acabar con la discriminación y la vulneración de derechos sociales, económicos, civiles y políticos a las que se enfrentan las mujeres y niñas con discapacidad”. Este manual quiere dar luz a la situación actual que viven las mujeres y las niñas con discapacidad, coincidiendo con el 25 aniversario de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la mujer que se celebró en Beijing, y que supuso un punto de inflexión para la agenda mundial de igualdad de género.

En este documento se certifica que sigue siendo necesario trabajar desde la perspectiva de género en todos los ámbitos de la vida.  Y aborda esta problemática desde una mirada feminista que utiliza las variables de género y discapacidad como categorías de análisis.  Desde COCEMFE se plantea un modelo interseccional que conjugue la construcción social de la discapacidad con la construcción social del género para desvelar las inequidades específicas que atraviesan los cuerpos y vivencias de mujeres y niñas con discapacidad en diferentes esferas de la vida. El objetivo, se explica es doble. Por un lado se quiere  visibilizar las relaciones de poder que subyacen a las barreras que éstas enfrentan y, por otro lado se proponen nuevos enfoques basados en el empoderamiento y la participación, “que terminen de enterrar las prácticas paternalistas que niegan la agencia y dignidad de las mujeres y niñas con discapacidad”.

La secretaria de Mujer e Igualdad de COCEMFE, Encarnación Rodríguez, hace hincapié en la importancia de poner en valor la situación de las mujeres con discapacidad, “profundizar en el conocimiento de esta realidad y evitar así las discriminaciones que siguen ocurriendo día tras día”. Solo a través del conocimiento de nuestra realidad, asegura Rodríguez, se podrán articular medidas destinadas a dar respuesta a las necesidades específicas de las mujeres y niñas con discapacidad, quienes estamos sujetas a discriminación interseccional.

Claves del modelo interseccional

La interseccionalidad es un concepto clave para poder entender los procesos de discriminación. Y, como recoge este documento, a pesar de que no existe una definición del término, se considera que el “análisis interseccional es aquel que explora cómo los diferentes ejes de diferencia se articulan en niveles múltiples y simultáneos en la emergencia de modalidades de exclusiones, desigualdad y formación de sujetos específicos en un contexto”. Se trata, por tanto, de un análisis que integra las experiencias de la vida marginalizadas, al mismo tiempo que subraya la importancia de entender el poder y el privilegio en todas sus manifestaciones. Es un concepto que permite el análisis profundo de las relaciones complejas de desigualdad.

Según los expertos, estamos ante una herramienta que nos permite comprobar cómo dentro de un mismo colectivo se suceden, y hasta se superponen, distintas causas de exclusión, dependiendo del contexto en que se encuentren las personas. “Por ejemplo, mientras la variable género nos permite analizar cómo los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en general se ven vulnerados por el hecho de ser mujeres, un análisis interseccional permite analizar cómo algunas mujeres con discapacidad viven especial discriminación a la hora de, por ejemplo, formar libremente una pareja o ejercer de manera libre e informada su maternidad: En nuestro país aún siguen perpetrándose esterilizaciones forzadas a muchas mujeres del colectivo de la discapacidad”, aclara el documento.

Por tanto, utilizando esta teoría, se puede desarrollar un modelo de actuación más apropiado, el que responda a las necesidades concretas que tienen las mujeres con discapacidad. Según esta teoría, el primer paso a dar sería “reconocer cómo el peso y la centralidad otorgadas tradicionalmente a la discapacidad en sí misma” es un factor que genera desigualdades y que ha invisibilizado cualquier otro factor o causa que confluye en la vida de las personas con discapacidad”. Este enfoque muestra que la discapacidad es el resultado de la estructuración o jerarquización de nuestra sociedad, que elabora un patrón único de lo que considera física, sensorial, cognitiva o mentalmente como hábil, válido, normal y estándar (normalismo) y que se ve atravesado por los roles y relaciones de poder de género (patriarcado).

A nivel práctico, todo este marco teórico, se materializa dando voz a las auténticas protagonistas para conocer los datos reales que dibujan su realidad para, así, diseñar el camino que lleve a marcar y diseñar las políticas correctas que respondan a sus necesidades.

Discriminación en el ámbito laboral

Según cifras oficiales, poco más del 6 % de la población española en edad de trabajar son personas con discapacidad. ¿Qué porcentaje son mujeres? Pues el 42,5 %. A pesar de que hombres y mujeres con discapacidad comparten prácticamente la misma tasa de actividad (un 35 %), la tasa de empleo sí es diferente, siendo algo superior para ellos.

A pesar de que desde el INE no se distingue por sexo cuando se dan datos de personas con discapacidad, COCEMFE asegura que el porcentaje de contratos a tiempo parcial de las mujeres con discapacidad es el doble que el de los hombres. Concretamente, el 26,1 % de las jornadas de estas mujeres son parciales, frente al 12,4 % de ellos. También existe diferencias si se comparan los salarios y en el nivel de estudios entre hombres y mujeres. Los salarios para ellas son más bajos, a pesar de que las mujeres con discapacidad ocupadas tienen un nivel de estudios superior al de ellos.

Ante esta situación COCEMFE propone tomar urgentemente algunas medidas, como ya se puso de manifiesto en las Jornadas sobre derechos de las mujeres con discapacidad y Agenda 2030, celebradas el año pasado. En ese encuentro se urgía a fomentar el empoderamiento de las mujeres con discapacidad líderes del movimiento asociativo, y concienciar a toda la sociedad de la importancia de eliminar el paternalismo, esa forma de actual que perjudica la capacidad de estas mujeres para desarrollarse y que afecta directamente a su autoestima. También se instaba a vigilar a las administraciones públicas y a las empresas a cumplir con la ley, ocupando de forma efectiva las plazas reservadas para las personas con discapacidad. Además, se reconocía que era necesario facilitar la formación necesaria en enfoques de género y de discapacidad al personal de la administración pública.

Y pensando en las propias mujeres, se les animaba a empoderarse, tomando conciencia de su propio valor, reconociendo lo que cada una puede aportar, sin olvidar cada uno de sus derechos.

Acceso a los servicios sanitarios

La accesibilidad de las mujeres con discapacidad a los servicios de salud, es otro de los campos de batalla.  Las barreras en este ámbito pueden ser tanto de tipo social, basadas en prejuicios, o de tipo legal, aunque  la discriminación se agrava cuando nos centramos en los derechos sexuales y reproductivos, sobre todo en lo que respecta a la violencia de género. Así se denuncia en el Manifiesto de los Derechos de las Mujeres y Niñas con Discapacidad de la Unión Europea. Un texto en el que se reconoce que no es frecuente “el acceso de una mujer o niña con discapacidad víctima de violencia a los servicios sanitarios de urgencia, como consecuencia de los altos niveles de dependencia vital y emocional de ésta con respecto a la persona que le agrede”.

COCEMFE y CEMUDIS concluyen, en este sentido, que para poder diseñar políticas adecuadas en este campo, es necesario que los datos sobre salud estén desagregados por sexo y tipo de discapacidad, para determinar y subsanar las desigualdades existentes.

 

 

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