Fundación CIEN

“Cualquier éxito terapéutico en la enfermedad de Alzheimer puede ser clave para el resto de las enfermedades neurodegenerativas”

Mª Ángeles Pérez

Gerente de la Fundación CIEN.

El aumento de las enfermedades neurodegenerativas es una realidad. El envejecimiento de la población se postula como uno de los factores principales, pero el estilo de vida, el estado de salud y cómo nos relacionamos también influyen en la salud del cerebro. A pesar de su prevalencia, estas enfermedades son grandes desconocidas. Por eso, la investigación y concienciación son indispensables para contribuir a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, en general, y de las personas afectadas, en particular.

Una entidad que trabaja en esta línea es la Fundación CIEN, que inició su actividad en 2007, con el objetivo de apoyar, promocionar y coordinar la investigación en enfermedades neurológicas, fundamentalmente en alzhéimer y otras enfermedades neurodegenerativas. Pero que también tiene como fundamento de trabajo la comunicación y concienciación sobre estas patologías. Entrevistamos a su gerente, Mari Ángeles Pérez, que nos cuenta los proyectos que tienen en marcha y sus principales líneas de investigación. Nos habla de medicina de precisión; de otras enfermedades que provocan demencias en edades avanzadas, además del alzhéimer; de la digitalización del Banco de Tejidos; de microbioma bucodental y enfermedad de Alzheimer. Y, por supuesto, aprovechamos para preguntarle por las claves para mantener nuestro cerebro en forma. 

Se está produciendo un aumento de las enfermedades neurodegenerativas. Muchas de ellas, como el alzhéimer o el párkinson, en parte, están ligadas a la esperanza de vida y el envejecimiento de la población. Pero, incluso en estas patologías, también se dan a conocer cada vez más casos de personas más jóvenes. ¿A qué se debe?

El aumento progresivo de la esperanza de vida es uno de los factores principales en el incremento de las enfermedades neurodegenerativas asociadas a la edad avanzada. Y esto lo sabemos muy bien en nuestro país, en España, que tiene una de las poblaciones más longevas del mundo, prevalencia que demuestran los datos del INE sobre la evolución de la mortalidad por demencia o por enfermedad de Parkinson. 

Sin embargo, el aumento de casos en edades más tempranas se debe, principalmente, a que ahora se conocen y se diagnostican mejor estas formas atípicas y menos frecuentes de las enfermedades como el alzhéimer y el párkinson. 

También hay una mayor sensibilización y un mayor conocimiento por parte de las familias en relación con las formas genéticas o familiares de estas enfermedades, que se presentan generalmente en pacientes más jóvenes. De hecho, la comunicación y la concienciación sobre las enfermedades neurodegenerativas es, junto con la investigación, un fundamento del trabajo que hacemos en la Fundación CIEN.

¿Es posible que cada vez nuestro cerebro envejezca de manera más prematura? ¿Podemos prevenirlo?

No exactamente. Es, también, que conocemos cada vez mejor los cambios que se producen en el cerebro con la edad, cambios que son diferentes de los que generan las enfermedades neurodegenerativas. 

Y, sin duda, podemos hacer muchas cosas que hagan que nuestro cerebro esté mejor preparado para enfrentarse a estos cambios. En general, se trata de las actividades que aumentan nuestra reserva cognitiva, como la educación formal, la actividad intelectual y física, la vida social, así como vigilar de cerca los factores de riesgo cardiovascular.

¿Qué aspectos se tienen en cuenta a la hora de valorar la salud cerebral de un individuo? 

Este es un aspecto interesante, precisamente por la complejidad que conlleva. 

Especialmente en personas mayores, se valora el nivel cognitivo, pero también es muy importante considerar cuestiones relacionadas con la movilidad y la motilidad, que contribuyen enormemente a la fragilidad y la dependencia en este grupo de población. No es un único factor el que influye, sino varios, y no solo fisiológicos.

¿Cómo debemos cuidar la salud de nuestras neuronas?

Es uno de los desafíos actuales. En general, podemos decir que el cuidado comienza con nuestro estilo de vida, con prestar atención a todas las actividades y los factores que incrementan nuestra reserva cerebral o cognitiva. 

Cuanto antes lo hagamos, mejor. Recordemos que la clave está en la actividad física e intelectual y el control de los factores de riesgo cardiovascular. También es importante crear y mantener a lo largo de la vida una red de relaciones sociales satisfactorias. Esto lo sabemos ahora, y es bueno remarcar: cuidar nuestras neuronas no es una cuestión única de salud médica o cuidados neurológicos, sino algo más integral, del día a día. 

La actividad física y alimentación sana y equilibrada son aspectos clave para el cuidado de nuestra salud y la prevención de las enfermedades neurodegenerativas, pero ahora también se pone el foco en las interacciones sociales. ¿Por qué? ¿Cómo influyen?

Al hilo de la pregunta anterior, hoy sabemos bien que un componente de lo que llamamos reserva cognitiva está relacionado con nuestra actividad social, con los lazos sociales que generamos, mantenemos y cuidamos. 

Aquí hay un componente emocional importante, un dato que no es menor: recordemos que algunas de las regiones cerebrales más afectadas por la enfermedad de Alzheimer, por ejemplo, están relacionadas con las emociones y su recuerdo, con las interacciones sociales. 

En el plano científico, ¿cuál es el principal inconveniente que os encontráis los investigadores de enfermedades neurodegenerativas?

Lo más difícil del abordaje de este grupo de enfermedades es que, en conjunto, son lo que llamamos “enfermedades complejas”, es decir, que están relacionadas con un gran número de factores patogénicos diferentes, tanto genéticos como ambientales y de estilo de vida. 

Además, de forma característica, estas enfermedades están estrechamente relacionadas con el envejecimiento celular y molecular, con la forma en que el sistema nervioso maneja algunas proteínas que son muy frecuentes, y cuya versión anómala acaba generando daño y toxicidad a las neuronas. 

La especialización científica, que es, por supuesto, clave, se encuentra ante la necesidad de tener un enfoque amplio, que pueda dar cuenta del papel de todos esos factores. 

Y este es un desafío continuo para la investigación.

¿Hay alguna enfermedad neurodegenerativa que se os resista especialmente?

La más compleja de todas es, sin duda, la enfermedad de Alzheimer, porque afecta prácticamente a todo el sistema nervioso y porque combina el daño producido por dos proteínas anómalas diferentes. 

En cierto modo, podríamos decir que se trata de dos enfermedades que se dan simultáneamente.

Por ello, cualquier éxito terapéutico, por pequeño que sea, en la enfermedad de Alzheimer, puede ser clave para el resto de las enfermedades neurodegenerativas.

¿Cuáles son los principales logros de la Fundación CIEN hasta el momento?

Desde el inicio de su actividad en 2007, la Fundación CIEN ha conseguido poner en marcha dos cohortes de estudio especialmente valiosas. 

Por una parte, la cohorte del Centro Alzheimer Fundación Reina Sofia, que conocemos como Cohorte Alzheimer de Vallecas (CAV), y que uno de los pocos estudios que existen hoy, en el mundo, de pacientes con demencia con un seguimiento exhaustivo durante años por parte un equipo multidisciplinar, con estudios de resonancia magnética y donación de cerebro post mortem. 

En segundo lugar, el Proyecto Vallecas, una cohorte de unos 1200 voluntarios sin deterioro cognitivo, estudiados exhaustivamente durante más de una década, y que está proporcionando datos valiosos para la detección temprana de la enfermedad de Alzheimer. 

También, el Banco de Tejidos de la Fundación CIEN, en colaboración con grupos de investigación externos, ha contribuido a la descripción de nuevas enfermedades neurológicas, especialmente genéticas, y a hallazgos fundamentales en el campo de la colonización polimicrobiana del sistema nervioso y de la generación de nuevas neuronas en el cerebro adulto, la llamada neurogénesis, un campo de estudio con muchas posibilidades.

También podemos señalar nuestro constante y diverso trabajo de concienciación sobre la necesidad de continuar investigando, sobre los rostros y las personas a que afectan estas enfermedades. 

Actualmente, las enfermedades neurodegenerativas no tienen cura. Sin embargo, se ha avanzado muchísimo, tanto en el diagnóstico como en el tratamiento. ¿Cuáles son los recursos más destacados que tenemos en la actualidad (tanto en tratamiento, como diagnóstico) y a qué están enfocados?

El diagnóstico clínico que realizan los neurólogos ha aumentado mucho su precisión gracias al desarrollo de métodos de neuroimagen (resonancia magnética y PET, por ejemplo) y de biomarcadores moleculares en líquido cefalorraquídeo y, más recientemente, también en sangre. La Fundación CIEN trabaja con todos estos elementos diagnósticos, y hemos hecho, y continuamos haciendo, aportes en este sentido. 

Los tratamientos actuales están dirigidos a mejorar los síntomas y la calidad de vida de los pacientes. Sin embargo, la principal esperanza en relación con estas enfermedades está puesta en nuevos tratamientos que modifican el curso de la enfermedad gracias a que actúan sobre los procesos fundamentales que la generan. 

Por ejemplo, en 2022, hemos podido ver cómo, finalmente, después de muchos ensayos clínicos fracasados, un fármaco que actúa contra los depósitos de una de las proteínas asociadas a la enfermedad de Alzheimer, la beta-amiloide, ha mostrado cierta eficacia clínica. 

Y aunque todavía queda mucho trabajo por hacer, es un paso considerable, porque además inicia un camino para otros fármacos que puedan actuar con mayor eficacia contra estas proteínas íntimamente asociadas al desarrollo de la enfermedad. 

Esta estrategia es igualmente esperanzadora para otras enfermedades neurodegenerativas, como el Parkinson, la esclerosis lateral amiotrófica o la enfermedad de Huntington.

¿Cuáles son las principales líneas de investigación qué se están desarrollando en la Fundación CIEN?

Nuestras líneas principales de investigación derivan de las dos cohortes mencionadas anteriormente, y de los proyectos de investigación que hemos ido realizando con los datos que nos han ido proporcionando.

Una línea importante en este momento, relacionada con lo que hoy conocemos como medicina personalizada, está dirigida a la detección temprana de la enfermedad de Alzheimer, o del riesgo de desarrollar esta enfermedad en el futuro, basada en análisis genéticos y de biomarcadores de distinto tipo. 

Otra línea, relacionada con la anterior, tiene que ver con las otras enfermedades que producen demencia en las personas de edad avanzada, además de la enfermedad de Alzheimer, y que con frecuencia se combinan con ella.  

Es lo que hoy conocemos como patología combinada asociada a la enfermedad de Alzheimer. Hoy entendemos que un abordaje integral de la enfermedad de Alzheimer debe incluir también estas otras patologías frecuentes.

¿Qué proyectos tienen en marcha?

Además del estudio de las dos cohortes mencionadas, que constituyen el núcleo de la investigación en la Fundación CIEN, tenemos en marcha varios proyectos relacionados con aspectos que ya han sido referidos previamente.

Un gran proyecto, financiado por la convocatoria IMPaCT, está dirigido a la identificación de población en riesgo de padecer enfermedad de Alzheimer, y está basado en múltiples cohortes de voluntarios y pacientes en diferentes comunidades autónomas.

Tenemos también un proyecto importante de digitalización del Banco de Tejidos de la Fundación CIEN, que convertirá esta estructura fundamental de la Fundación CIEN en un banco digital. 

También está activo un interesante proyecto sobre microbioma bucodental y enfermedad de Alzheimer, en colaboración con investigadores del IMDEA, y en línea con lo que mencionaba antes, del elemento concurrente de muchos factores en esta enfermedad, y, por tanto, de la necesidad de un enfoque también múltiple.

En este momento, desarrollamos, además, diversos proyectos, con financiación pública o de agencias privadas, en otras enfermedades neurodegenerativas, como la parálisis supranuclear progresiva, la enfermedad de Parkinson, la esclerosis lateral amiotrófica o la enfermedad de Huntington.

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