“Gizarea es un nuevo modelo de atención centrado en las relaciones, donde prima el apoyo emocional, los afectos y la empatía”
Emilio Sola. Diputado Foral de Políticas Sociales de Álava

“Gizarea es un nuevo modelo de atención centrado en las relaciones, donde prima el apoyo emocional, los afectos y la empatía”

Emilio Sola

Diputado Foral de Políticas Sociales de Álava

Aunque la pandemia aún sigue condicionando muchas de las actuaciones de la Diputación Foral de Álava, una de sus prioridades es revisar los modelos asistenciales actuales. En este sentido, Emilio Sola destaca Gizarea: “Un modelo de Atención Centrada en las Relaciones (ACR), que conlleva una mayor implicación de las familias y de los profesionales. Un modelo, en definitiva, en el que priman el apoyo emocional, los afectos y la empatía”. Pero, al mismo tiempo, las personas mayores demandan vivir en sus hogares el mayor tiempo posible. Por eso, Sola subraya que con el programa Etxean Bai “apostamos por la teleasistencia y el Servicio de Ayuda a Domicilio, mediante el aumento de la cuantía de la Prestación Económica de Asistencia Personal (PEAP), un tratamiento fiscal favorable por la contratación de cuidadores o la formación de profesionales para su capacitación como asistentes personales”.

 ¿Cuáles son sus prioridades en materia de políticas sociales, dirigidas a las personas mayores y en situación de dependencia?

Seguimos condicionados por la pandemia, así que nuestra máxima prioridad a corto y medio plazo es consolidar la normalización de la situación en las residencias. Más allá de eso, las prioridades de la Diputación Foral de Álava para este colectivo pasan por revisar los modelos asistenciales actuales, tanto los que se proporcionan en casa como los que se prestan a nivel residencial.

Para ello, estamos poniendo en marcha dos proyectos: el programa Etxean Bai, que pretende ayudar a las personas mayores y sus familias a que puedan mantenerse en casa, y el nuevo de modelo de atención residencial Gizarea, que va un paso más allá del modelo de Atención Centrada en la Persona (ACP), porque está basado en las relaciones. A ello hay que sumar la futura puesta en marcha de una nueva residencia, que va a combinar de manera innovadora la atención a aquellas personas con enfermedad mental y discapacidad intelectual que han envejecido y pasan a formar parte del colectivo de personas mayores.

¿Y relacionadas con el envejecimiento activo?

Dentro de nuestro ámbito competencial, estamos dando un impulso especial a fomentar el voluntariado entre el colectivo de personas mayores, colaborando con diversas asociaciones. También apoyamos a la entidad de personas mayores con más personas asociadas de Álava en el desarrollo de diversas actividades que fomentan un envejecimiento pleno, activo y saludable.

Asimismo, acabamos de poner en marcha la Estrategia Araba a Punto, un programa contra la soledad no deseada destinada a la población mayor del territorio, en el que entre todos los agentes, entidades y ciudadanía en general, construyamos de manera colaborativa un Plan de Acción que convierta a Álava en un territorio que acompaña y cuida. Araba a punto tendrá como primer fruto la creación de la primera experiencia piloto de Escuela de Soledades, el próximo mes de septiembre.

¿En qué situación se encuentran, actualmente, las residencias de Álava?

Por fortuna, la práctica totalidad de personas usuarias y trabajadoras está vacunada, con lo que desde el mes de marzo solo se ha detectado algún brote aislado. En coordinación con el Departamento de Salud del Gobierno Vasco, desde esta primavera hemos modificado progresivamente el régimen de visitas y salidas. Nos encaminamos a una situación de normalidad. Las personas residentes pueden salir todos los días del centro acompañadas por familiares y personas allegadas. En cuanto a las visitas, se permiten en las zonas comunes, y aquellas personas visitantes que están vacunadas pueden entrar al interior de las habitaciones.

Por lo demás, las actividades se están incorporando paulatinamente en los centros. Es evidente que, en el último año, se ha notado un descenso de residentes en los centros, aunque se va recuperando poco a poco. En el caso de las residencias públicas, seguimos manteniendo algunas plazas vacías por precaución, a fin de poder hacer mejor los aislamientos si son necesarios.

Si bien ya se había empezado a hablar de la necesidad de un cambio de modelo de atención residencial, la pandemia ha acelerado el proceso. ¿Cómo se está desarrollando este tema en Álava?

Efectivamente, esta revisión, necesaria a todas luces, se ha visto impulsada por la incidencia del coronavirus en las residencias. Hemos diseñado un nuevo modelo de atención, al que hemos denominado Gizarea, del que vamos a hacer un pilotaje desde este mismo año en dos residencias, una para personas mayores con diferentes demencias y otra para personas con discapacidad intelectual.

Se trata de un modelo innovador que se está implantando en algunos países anglosajones y que es un paso más con respecto al modelo de Atención Centrada en la Persona (ACP). Se trata de un modelo de Atención Centrada en las Relaciones (ACR), que conlleva una mayor implicación de las familias y amistades en los cuidados, y una mayor implicación emocional de los profesionales. Ofrecerá una atención más acorde con este perfil de personas con demencia avanzada que no pueden expresar qué quieren o qué necesitan. Buscamos mejorar la experiencia de atención de las personas residentes, familias y personal, donde los esfuerzos se dirijan a construir las relaciones. Un modelo, en definitiva, en el que priman el apoyo emocional, los afectos y la empatía.

¿Qué lecciones le ha enseñado la pandemia?

Por una parte, que hay que tratar de anticiparse a los acontecimientos. Nuestra institución actuó con prontitud. El 29 de febrero de 2020, ante el primer caso de coronavirus que se detectó en un hospital alavés, decidimos tomar ya las primeras medidas preventivas en las residencias y difundimos los primeros protocolos. Hemos aprendido mucho en la pandemia. Ahora sabemos que la falta de material sanitario a nivel mundial a principios de la pandemia agravó la situación.

Durante el casi año y medio de esta crisis, todos los centros residenciales han elaborado y aplicado sus planes de contingencia, hemos realizado cribados preventivos y nos hemos volcado en el apoyo formativo y de asesoramiento a los centros residenciales, tanto públicos como privados, para lo que hemos contado con la colaboración de profesionales que han sido parte del equipo de Médicos Sin Fronteras en emergencias sanitarias. Y una de las cosas que más nos han preocupado es la interrupción de la relación de las personas residentes con sus familias. Sabemos, mejor que nunca, de la importancia de mantener esas relaciones para la salud física y mental de las personas mayores.

En este sentido, ¿va a impulsar una coordinación real y efectiva entre sanidad y servicios sociales?

En Euskadi, y en Álava en particular, la coordinación entre sanidad y servicios sociales ha funcionado. No hemos percibido situaciones de colapso en los hospitales, que hayan tenido repercusión en la atención a las personas mayores usuarias de residencias. Y las residencias han actuado bien durante la pandemia, con el apoyo de los servicios sociales forales y del Departamento de Salud. No me consta que en Álava esté judicializada ninguna actuación en residencias.

¿Qué supone para el País Vasco y, en concreto, para Álava el Plan de Choque en Dependencia?

Hasta el presente, la aportación del Estado a la financiación de la dependencia ha dejado mucho que desear. De los 156 millones de euros anuales que Álava destina a la dependencia, el Estado nos ha pagado apenas 10 millones. Pese a este hándicap, Euskadi es la comunidad autónoma que más invierte en dependencia por habitante y es la comunidad que mejor puntuación tiene en el desarrollo de los servicios sociales, según la Asociación Estatal de Directores y Gerentes en Servicios Sociales.

Pese a este esfuerzo de las instituciones vascas, hay una deuda histórica por parte del Gobierno español, que se viene arrastrando sobre todo desde el infausto cambio gestado por el PP en 2012. Todo ello hace que, a la vez que saludamos la aprobación del Plan de Choque por parte del Gobierno español, en tanto que supone un cambio de actitud que valoramos como muy positivo, me parece insuficiente para cubrir el déficit de financiación por parte del Estado.

Vamos a poner en marcha una residencia que va a combinar la atención a personas con enfermedad mental y discapacidad intelectual que han envejecido

Ese mismo Plan habla de priorizar los servicios de proximidad, como la ayuda a domicilio y la teleasistencia, en detrimento de los servicios residenciales. ¿Qué opina al respecto? ¿Cuáles son las prioridades de la Diputación Foral de Álava?

Tenemos una demanda de atención residencial y, por ese motivo, hemos impulsado la construcción de una nueva residencia, que dará respuesta a esa necesidad. Pero, al mismo tiempo, coincidimos en que debemos ayudar a que las personas mayores puedan vivir en sus hogares el mayor tiempo posible. Eso es lo que nos demandan una y otra vez.

Por eso, apostamos por la teleasistencia, servicio que en Euskadi presta el Gobierno Vasco. Y por el Servicio de Ayuda a Domicilio, que es uno de los pilares de los programas del departamento que dirijo. Además, desde Álava, vamos a potenciar una batería de medidas dentro del programa Etxean Bai. Desde agosto aumentaremos la cuantía de la Prestación Económica de Asistencia Personal (PEAP) para equipararlo en el Grado III de dependencia al actual SMI. Otras medidas serán un tratamiento fiscal favorable a la contratación de personas cuidadoras y el impulso a la formación de profesionales para su capacitación en el trabajo de asistentes personales. Etxean Bai también promoverá un nuevo programa de monitorización y acompañamiento a las personas en situación de dependencia.

Por otra parte, el Plan de Choque propone mejorar las condiciones laborales de los profesionales del sector sociosanitario. Como Administración Pública, ¿cómo puede contribuir a ese objetivo? ¿Qué opina de la colaboración pública-privada?

La colaboración público-privada ha sido uno de los ejes de la actuación de los servicios sociales en Álava junto a un potente sector público. Eso se traduce en que Euskadi es la segunda comunidad autónoma con mayor número de plazas con financiación pública, el 73 %. En los últimos años, hemos repensado este modelo y nos dirigimos hacia un modelo de colaboración público-social, entre la Diputación Foral y el Tercer Sector Social, cuyo primer exponente es la residencia Arabarren, en fase de construcción, que gestionará una cooperativa de iniciativa social, con la que concertaremos la totalidad de las plazas.

También nos implicamos de continuo en la mejora de las condiciones laborales del personal de nuestros centros y servicios, un personal que es referente por su experiencia y saber hacer.

Respecto al sector privado, esta Diputación Foral lleva dos años tratando de impulsar una negociación entre la parte social y las empresas para llegar a un acuerdo que redunde en un convenio territorial, que mejore el actual convenio estatal que se aplica en Álava. La voluntad de esta institución es que el personal de las residencias privadas tenga unas condiciones laborales dignas.

La coordinación entre sanidad y servicios sociales ha funcionado.Y las residencias han actuado bien

Respecto a los fondos europeos, ¿qué proyectos e inversiones acometerá su departamento para mejorar los servicios prestados?

Abordamos un par de proyectos que tienen que ver con fondos de la Unión Europea: Etxean Bai y Residence Bai. Implican la creación de un sistema completo y organizado para el fomento de la permanencia de las personas mayores en sus propios domicilios.

¿Qué retos se plantea a corto y medio plazo?

El primer reto, a corto plazo, consiste en consolidar la salida de la pandemia. A partir de ahí, tenemos una serie de retos que vemos más bien como oportunidades.

Es importante realizar un diagnóstico sobre cohesión social en Álava por zonas. Queremos posicionarnos a la vanguardia de los cuidados a lo largo de la vida, del ciclo vital, con el horizonte de la autodeterminación personal.

Debemos proveer cuidados de larga duración, garantizar la calidad de vida de las personas usuarias a medio-largo plazo. Y esto con el apoyo de la tecnología predictiva, del emprendimiento a nivel micro y del paso de la experimentación a lo estructural. 

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