Personas mayores y adicciones

Personas mayores y adicciones: recursos necesarios para una atención personalizada

El nuevo modelo de cuidados debe contemplar una atención centrada en las personas, que tienen maneras diferentes de envejecer. De hecho, el aumento de la esperanza de vida es una realidad que se traduce también en la supervivencia de las personas que han sufrido o sufren adicciones. Actualmente, existe una doble estigmatización que recae sobre las personas mayores con adicciones, por razón de edad y consumo. Y triple en el caso de las mujeres que, además, llegan más tarde y en peores condiciones, tanto físicas como psicológicas, a los recursos sociosanitarios. Para mejorar la atención de este colectivo, deben adaptarse los recursos actuales a sus necesidades y crear otros específicos para ofrecer una atención personalizada, integral e interdisciplinar. En este sentido, los profesionales deben formarse en envejecimiento y adicciones.

UNAD, la Red de Atención a las Adicciones, y el Grupo Social LARES presentaron el estudio Personas mayores y adicciones: un diagnóstico de LARES y UNAD, con perspectiva de género, que realiza una radiografía sobre la realidad que viven estas personas para conocer sus necesidades y trabajar de una manera integral. Este proyecto, que cuenta con financiación del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, es pionero en aportar una visión real sobre las adiciones más allá de la edad de jubilación. De hecho, las personas que han participado en el estudio tienen una edad media de 79,35 años y, aunque tienen algún grado de institucionalización en LARES o UNAD, son personas con un alto grado de autonomía en las actividades de la vida diaria.

La escasez o ausencia de datos sobre la situación de las personas mayores es un obstáculo adicional para afrontar la discriminación que sufre este colectivo. Además, la problemática del abuso de drogas en personas mayores es un problema oculto, que está infraidentificado, infradiagnosticado e infratratado por el Sistema Nacional de Salud, las estadísticas oficiales y la literatura científica.

Por tanto, este diagnóstico tiene como objetivo general aumentar el conocimiento disponible en materia de personas mayores con problemas de adicciones, desde la perspectiva de género. Para ello, el estudio analiza el fenómeno de las adicciones en las personas mayores desde diferentes perspectivas: sustancias legales, sustancias ilegales, farmacología y juego.

“Cuando hablamos de mayores y adicciones es importante poner el foco en normalizar que la población envejece y esto no significa necesariamente que determinados consumos desaparezcan de la vida de las personas por cumplir años”, subraya el presidente de la red UNAD, Luciano Poyato. De hecho, ha asegurado que los consumos pueden mantenerse o incluso iniciarse independientemente de la edad de las personas. De la misma manera, Poyato señala que, al aumentar la esperanza de vida, la supervivencia de las personas que han sufrido o sufren adicciones también crece. “Por lo tanto, necesitarán recursos específicos, recursos compartidos con profesionales preparados y concienciados para trabajar con población mayor con algún tipo de adicción”, detalla.

Por su parte, el presidente de LARES, Juan Ignacio Vela, destaca que “este diagnóstico nos aproxima a una realidad que existe y que merece toda nuestra atención. Pretendemos ser pioneros para que otras entidades, junto a nosotros, sigan profundizando e investigando esta problemática para facilitar la comprensión y atención de esta realidad concreta”. Además, este proyecto “encaja en el modelo de Atención Integral y Centrado en la Persona que el Grupo Social Lares lleva desarrollando años, ya que la base es conocer la trayectoria de vida y las circunstancias de cada persona. Para ello, no solo es necesario escuchar sus necesidades e inquietudes, sino poder comprenderlas y atenderlas de forma integral”, concluye Vela.

Características de la muestra y metodología

La muestra del estudio se ha centrado en más de 200 personas mayores de 55 años, usuarias de los recursos de atención de la red UNAD (20 %) y la Fundación Lares (80 %) y, de ellas, el 60 % son mujeres. En este punto, hay que destacar que el 21 % de las mujeres ha sufrido alguna vez algún tipo de violencia de género por parte de su pareja.

Profundizando un poco más en el perfil de las personas encuestadas, un 83 % están en centros residenciales y un 55,2 % ocupan plazas privadas. La mayoría han vivido gran parte de su vida en núcleos urbanos (52,3 %), y un 49,8% han enviudado y un 26,5 % son personas solteras. En un 43,1 % de los casos tienen bajos niveles de actividad social y de ocio y un 47,5 % presentan bajo nivel de contactos sociales estrechos. Un 32,2 % de las personas entrevistadas tienen hasta el nivel primario de estudios, pero un 35,3 % no tiene estudios o no ha completado ese nivel. Relacionado con ello, un 44,8 % tiene o ha tenido trabajos de baja cualificación y un 25,2 % se ha dedicado al trabajo doméstico.

El análisis contempla un abordaje mixto con técnicas cuantitativas y cualitativas para poder hacer una radiografía más completa del fenómeno social estudiado. Para la componente cuantitativa del estudio se distribuyó un cuestionario sobre sus hábitos, cuyos resultados fueron tratados mediante un análisis descriptivo. La componente cualitativa consistió en la realización de dinámicas grupales o focus group para, en primer lugar, dar voz a las personas protagonistas de esta historia, hablando de temas más sensibles que los recogidos por los datos. Además, se realizaron entrevistas a profesionales que trabajan día a día con el colectivo estudiado y a entidades y actores políticos que vehiculan sus demandas y necesidades.

Conclusiones cuantitativas

Este documento hace una primera aproximación al fenómeno de las personas mayores y los hábitos de consumo de sustancias potencialmente adictivas o comportamientos que entrañan ese riesgo. Ha prestado especial atención a la realidad de las mujeres invisibilizadas que combina dos estigmas: envejecer y tener algún tipo de adicción.

  • Subgrupo de sustancias legales. El 52 % de las personas entrevistadas reconoció haber consumido alcohol y/o tabaco en los últimos 12 meses. Su edad media es de 74,18 años y un 55,2 % son hombres. Tienen mayores niveles de actividad y contacto social estrecho y, aunque muestran peor autopercepción de su estado de salud, tienen mayor grado de autonomía en las actividades de la vida diaria. En lo que se refiere al policonsumo, un 18,1 % de las personas entrevistadas en este subgrupo consumieron sustancias ilegales en el último año, un 55,2 % había tomado fármacos y un 53,4 % había jugado o apostado en los últimos 12 meses.
  • Subgrupo de sustancias ilegales. El 9,8 % de las personas entrevistadas reconoció haber consumido alguna o varias sustancias ilegales en el último año. Su edad media es más joven, 62,50 años, y en un 77,3 % de los casos son hombres. El porcentaje de zonas urbanas aumenta mucho entre esta población, hasta el 85,7 % de los casos y también crece el porcentaje de personas nacidas fuera de España: 22,7 %. Un 54,5 % de las personas entrevistadas en este subgrupo eran solteros/as. Ninguno de las personas participantes tenía estudios universitarios en este subgrupo y un 40 % estaban en paro. Además, un 13,6 % reconocía no tener ningún contacto social estrecho. En lo que se refiere al policonsumo, un 95,5 % consumieron sustancias legales en el último año, un 77,3 % había tomado fármacos y un 54,5 % había jugado o apostado en los últimos 12 meses.
  • Subgrupo de fármacos. El 56 % de las personas entrevistadas reconoció haber tomado fármacos como ansiolíticos y/o antidepresivos en el último año. Su edad media es de 78,70 años y un 64 % de las personas que forman este subgrupo son mujeres. Destaca que tienen bajos niveles de percepción del riesgo de conductas adictivas. En lo que se refiere al policonsumo, un 51,2 % de las personas entrevistadas consumieron sustancias legales en el último año, un 13,6 % sustancias ilegales y un 42,4 % había jugado o apostado en los últimos 12 meses.
  • Subgrupo juego. El 42 % de las personas entrevistadas reconoció haber jugado y/o apostado en el último año. Este subgrupo tiene una edad media de 78,23 años y un 52,6 % de las personas que lo forman son mujeres, suponiendo así el grupo más equilibrado en lo que a sexo se refiere. Muestran mejores niveles de situación económica, menor percepción del riesgo y mayor grado de autonomía. Respecto al policonsumo, un 65,3 % de las personas entrevistadas en este subgrupo consumieron sustancias legales en el último año, un 12,6 % sustancias ilegales y un 55,8 % había consumido fármacos en los últimos 12 meses.

Propuestas para afrontar las adicciones

Los resultados cualitativos de la investigación contribuyen a la construcción de propuestas que permitan afrontar de manera más eficiente los retos urgentes que presentan las personas mayores, en general, y las distintas maneras de envejecer, en particular.

En la dinámica grupal, que ofrecía espacio para que las personas mayores con adicciones hablasen de los tabúes y estigmas que enfrentan, se descubrió que la edad no siempre era un factor negativo. Señalaron que la sociedad es más empática con ellos por el hecho de ser mayores y destacaron la mayor sensibilización de los profesionales hacia sus casos. Pero también acusaron sentirse rechazados por ser mayores (estigma) y eso es lo que les hace darse cuenta de la edad biológica que tienen. Pero cuando se les preguntó por propuestas para mejorar su situación, muchas de ellas tienen que ver con estrategias para generar más empatía y más sensibilización en la población general, además de sugerir la creación de recursos específicos para sus perfiles en el ámbito residencial y en lo relacionado con el ámbito laboral.

En todas las dinámicas grupales el tema de la mayor vulnerabilidad de las mujeres ha estado presente. Mujeres que acusan más el envejecimiento precoz después de una larga trayectoria de consumos, pero también mujeres que emocionalmente acuden a estos recursos devastadas por la intersección entre consumos, edad y violencias de todo tipo. Además, el papel protagonista de las mujeres en el cuidado hace que oculten sus problemáticas y que pidan ayuda mucho más tarde que los hombres.

En esta línea, también destaca la baja conciencia de enfermedad y la poca percepción del riesgo en esa correlación entre polimedicación y género. Cuando se les preguntó a las protagonistas de la dinámica grupal por propuestas para mejorar su situación muchas hicieron referencia a las terapias de apoyo psicológico y a la necesidad de que espacios similares aumenten en tiempo y frecuencia. Recursos donde reunirse, lugares seguros para apoyar su recuperación que, además, fueran gratuitos.

Las personas con adicciones que envejecen incrementan y, por lo tanto, necesitarán recursos específicos prestados por profesionales preparados. En este sentido, destaca la necesidad de crear protocolos específicos en las entidades que trabajan con personas mayores que colaboren en la detección de comportamientos adictivos y que ajusten la atención a las necesidades específicas de estas personas. Existe también la necesidad de adaptar los recursos para personas drogodependientes a las personas usuarias que van envejeciendo. Esta adaptación debe de hacerse desde una perspectiva integral.

Tras la radiografía de las personas mayores con adicciones, pueden extrapolarse las siguientes conclusiones.

  • Necesidad de fomentar el estudio y la investigación en este ámbito para aportar luz a una realidad que va a ir ganando más peso en los próximos años. Es fundamental conocer mejor las diferentes maneras de envejecer presentes en la sociedad y aprender a identificar actitudes que en la vida diaria pueden suponer una adicción, aunque no se reconozca como tal. Las futuras investigaciones deben aplicar una perspectiva de género, fundamental para el conocimiento y tratamiento integral de la problemática.
  • Las Administraciones Públicas deben reconocer que el trabajo con estas personas debe de ser interdisciplinar entre profesionales del ámbito de las drogodependencias, de la geriatría y de la Atención Primaria. Por tanto, hay que establecer circuitos entre los diferentes servicios asistenciales que atienden a esta población.
  • La formación a los profesionales es también primordial, así como la inclusión del envejecimiento y consumo de drogas como eje transversal en los diferentes currículums formativos de profesionales sanitarios y sociales, con el objetivo final de generar programas y servicios que den una atención integral y un mejor tratamiento a las personas con adicciones de edad avanzada. Y no solo formar, sino también concienciar a los profesionales para que los sanitarios hagan un seguimiento estrecho de la medicación que toma una persona mayor, se atienda a la especial necesidad de tratamiento psicológico que presentan estos perfiles, ofrecer alternativas de ocio y tiempo libre, etc.

En resumen, el objetivo de este diagnóstico ha sido contribuir a desvelar una problemática creciente como es la de las personas con adicciones que envejecen. Y con ello contribuir a un nuevo modelo de cuidados que se está gestando, que debe ser centrado en la persona y en las diferentes maneras de envejecer.

Estudio de las adicciones en personas mayores

El Plan Nacional Sobre Drogas elaboró por primera vez en 2021 la Encuesta sobre alcohol, drogas y otras adicciones en mayores de 64 años en España (ESDAM), con datos referidos al 2019/2020. Se trata de una encuesta pionera, que abre camino para el trabajo en este ámbito. Entre sus principales resultados destaca el alcohol como la sustancia más prevalente (89,2 % habían tomado alguna vez en la vida), seguida por el tabaco (52,9 %), los hipnosedantes (36 %) y, finalmente, por los analgésicos opioides (22,8 %). Sobre el consumo de drogas ilegales destaca únicamente el consumo de cannabis alguna vez en la vida (4,6 %) y el consumo de otras sustancias se podría considerar excepcional entre las personas mayores de 64 años.

Por otro lado, UNAD elabora de forma anual un estudio del perfil de las personas atendidas en los distintos servicios de la red. Los datos recogidos en el estudio del Perfil de las Adicciones 2021 (UNAD, 2022), reflejan que la edad media de las personas atendidas ha aumentado progresivamente en los últimos años. Según el estudio, en 2020, 35.609 personas fueron atendidas, de las cuales el 13,38 % (4.767 personas) tenían más de 50 años, 3 puntos porcentuales más con respecto al 2019.

Esta investigación ha considerado dos tipos de personas mayores consumidoras de sustancias o con comportamientos potencialmente adictivos: personas mayores que han sido consumidoras de drogas y ahora envejecen; y otras, que han empezado a ser polimedicadas a los 65 años, desarrollando una drogodependencia en la última etapa de vida u otros tipos de adicciones típicas de la edad avanzada.

Sobre las primeras cabe destacar que tienen una historia de consumo prolongado y acumulan un deterioro de sus condiciones físicas y mentales, con la presencia de enfermedades crónicas en muchos casos tales como la hepatitis C y el VIH. Además, se encuentran con una situación de especial riesgo de exclusión social al tener escasos o nulos vínculos familiares y una corta vida laboral.

Sobre las segundas es importante puntualizar que entre las personas mayores existe una muy baja percepción del riesgo relacionado con la polimedicación, puesto que ha sido prescrita por un profesional sanitario. Sin dejar a un lado las sustancias legales (alcohol y tabaco) e ilegales (cannabis, cocaína, drogas de síntesis…), la polifarmacología conlleva riesgos mayores en las personas de más de 65 años por los cambios asociados a la edad en la absorción, el metabolismo, la biotransformación y la excreción; además de los riesgos derivados de la prescripción inapropiada, la interacción de los fármacos entre sí o las reacciones adversas e intoxicaciones. La calidad de vida en las personas mayores polimedicadas se ve afectada sobre todo en las dimensiones físicas y las alteraciones emocionales, especialmente entre las mujeres.

Con respecto al juego, existen dos perspectivas diferenciadas: por un lado, el juego responsable, que no genere consecuencias negativas al individuo, y que puede ser considerada una actividad más de ocio y entretenimiento; y, por otro lado, hablamos de juego patológico o problemático en el momento que esta actividad interfiera en la vida de las personas generando un grave deterioro en todos los ámbitos de la vida de la persona:  personal, familiar, laboral, etc.

Los datos recogidos en el estudio del Perfil de las Adicciones 2021 (UNAD, 2022) desagregados por sexo reflejan como, al igual que en otras cohortes, entre las personas mayores de 50 años es mayoritario el porcentaje de hombres atendidos por la Red de UNAD (78,60 %) que las mujeres atendidas en sus recursos (21,40 %). Estas cifras reflejan la necesidad y las dificultades que tienen las mujeres mayores para acceder a los recursos de atención. De forma general, las mujeres tardan una media de 10 años en decidir poner sus adicciones en tratamiento; por lo tanto, cuando llega ese momento, se encuentran en condiciones físicas y psicológicas muy complicadas.

Sin embargo, este desigual nivel de participación no significa que los consumos se den más en hombres que en mujeres, sino que ellas deben hacer frente a numerosas barreras que dificultan enormemente su acceso a los servicios de atención.

De igual forma, hay que generar una mayor concienciación de los riesgos del consumo. En muchas ocasiones, y especialmente en el caso de las mujeres mayores, presentan una escasa o nula percepción de sus adicciones. Se trata de un grupo poblacional muy medicalizado debido a la cronificación de algunas enfermedades, lo que genera confusión de sus consumos, dificultando así la solicitud de ayuda y tratamiento.

 

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