El arte como terapia en las personas con Alzheimer

Decía el maestro Ferrater Mora, que “crear es transformar lo posible en actual. Hacerlo nacer” y algo así deben sentir las personas a las que acompaña una terapeuta ocupacional, Paloma Lorenzo Díaz, y que en el II Congreso Ibérico de Terapia Ocupacional, pudimos redescubrir. Su ponencia Una suerte de alzhéimer artístico, ya prometía… El arte y el alzhéimer de entrada antagónicos, se tienden la mano para dar valor y significado a algo que poco a poco se fragmenta y se pierde.

Refiere Rosa Montero, que “la vida, al final…se compone de recuerdos”, y eso es lo que desde la disciplina de la Terapia Ocupacional, Paloma utiliza. El arte para poder unir recuerdos y saberse la persona que en algo, su esencia y aquello que fue, perdura en algún lugar y es, además, reconocido por otros.

La suerte de poder dejar huella, también en aquellas fases donde la memoria cognitiva y los procesos atencionales y canales de procesamiento cognitivo dejan de llevar a cabo la función por la que ahí estaban, llega el arte e hilvana, el arte fusiona, el arte resignifica. La expresión artística llega buscando el lugar de la calma, de la exploración para su competencia y logro, pilares del uso de la ocupación. Y llega y lo hace desde el juego, no el infantilizado, sino aquel que es capaz de poder trasladar un desafío justo para el desempeño de la tarea, el que anticipa el éxito para llevar a cabo lo que tiene por delante, y donde la persona pueda percibirse capacitada, empoderada y sabiendo que vuelve, aunque solo sea por momentos fugaces, a ser y a un llegar a ser.

Encontrar el punto de fuga, el caballo azul de la libertad humana, que trata de buscarse un hueco  también en los procesos tan dolorosos como aquellos que se batallan en el alzhéimer. La suerte de oportunidad de que la persona se encuentre con su ser, con aquellas raíces que le forjaron y encuentre por medio del uso del arte, la vía para reencontrarse, saberse en el lugar y darse el lugar, no solo de reconocimiento para uno, sino desde los otros. Volver a mirarse en el espejo de alguien para poder seguir siendo. “Somos en la medida en que nos miramos en otros espejos”, y de repente encontrar ahí, aquello que trata de esfumarse. Y poder encontrar una mirada no compasiva, sino transformada y capacitada por medio del arte, en reconocimiento, en valía, en respeto y en dignidad.

El uso del arte merece ser tratado desde el propio arte que lleva la disciplina de la terapia ocupacional, aquel que se fusiona con la ciencia que la avala, para poder ofrecer praxis de calidad, eficiencia y eficacia. El arte que requiere de competencias que hagan que profesionales como Paloma, emerjan con habilidades de empatía, de escucha activa, de facilitación y no coerción, de medio y forma para dejar ser al otro, a pesar de sus equivocaciones y posibles limitaciones. Ese arte que regula la angustia para favorecer que la persona se reconozca y se vuelva a significar como tal. Ese arte expresivo que nace desde lo más espontáneo de uno y por tanto desde la raíz de la verdad, sin filtros normativos partiendo desde lo más profundo del ser.

Facilitar escenas reparadoras que la gran maestra Belén Arambilet nos recuerda en la praxis en terapia ocupacional el faro que nos guía.

 

Ana Vicente.
Presidente de la Asociación Profesional Española de Terapeutas Ocupacionales  (Apeto).

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