Cómo afrontar el déficit de geriatras en el Sistema Sanitario español
Doctor interacting with senior patient in clinic

¿Cómo afrontar el déficit de geriatras en el Sistema Sanitario español?

El claro envejecimiento de la población actual, y su seguro crecimiento llevan a las autoridades de todos los ámbitos a plantearse cómo afrontar los retos que plantea esta realidad. También desde las salud es necesario tomar medidas para asegurar que las necesidades de este grupo de población, cada vez mayor, tendrán las respuestas necesarias. Pero, ¿está el Sistema Sanitario de hoy preparado para afrontar esas necesidades?

 

El último estudio realizado por el Ministerio de Sanidad sobre las necesidades de especialistas médicos confirma que la geriatría sigue siendo una especialidad deficitaria en nuestro país. Así lo constata la profesora Beatriz González, una de las autoras del citado estudio, quien asegura que en 2018 solo se contabilizaban 26,8 geriatras por cada 100.000 habitantes mayores de 75 años, y que de no tomar las medidas oportunas ese desequilibrio seguirá en aumento. ¿Qué se puede hacer? ¿Cómo han de actuar las autoridades sanitarias? Intentamos responder a estas y a otras cuestiones relevantes.

Todos conocemos ya la línea de progresión que seguirá el envejecimiento de la población en los próximos años. Un fenómeno global que requiere de medidas específicas para afrontar las necesidades de los ciudadanos. Las cifras que arroja la ONU, por ejemplo, son claras en ese sentido: para el año 2100 España contará con un tercio de población menos, y los mayores de 80 años superarán a los menores de 20.

En el año 2050 los mayores de 65 años en nuestro país serán ya el 30 % de la población. Si nos centramos en el ámbito de la salud, esta población necesitarán una atención personalizada y especializada. El presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), José Augusto García, cree que ese cuidado no está garantizado porque habría que casi triplicar el número de geriatras, por lo que, asegura, habría que empezar a tomar medidas ya. García  reconoce que la especialidad se ha ido desplegando por el territorio nacional en los últimos años, como en Cataluña, en Madrid, Castilla y León, Castilla-La Mancha y Galicia, pero también recuerda que existen dos comunidades: Andalucía y País Vasco donde no hay ni un solo geriatra en el sistema público.

Según el último estudio, elaborado por el Ministerio de Sanidad, geriatría sigue siendo una especialidad deficitaria en España. Una de las autoras de este informe, Beatriz González López-Valcárcel, del equipo de Economía y Salud de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, asegura en 2018 las carencias son evidentes. Se contabilizaban 26,8 geriatras por cada 100.000 habitantes mayores de 75 años. La experta cree que el número de geriatras necesario dependerá de la organización asistencial y del reparto de tareas con otros profesionales. El estudio es una versión actualizada de otros estudios previos, y como relata González es un informe necesario “para fundamentar con datos y análisis objetivos las decisiones de recursos humanos en el Sistema Nacional de Salud, como el número de plazas a convocar (numerus clausus del grado en medicina, plazas MIR)”.

La ratio poblacional necesaria de geriatras aumenta, pero el número de geriatras disponibles no estaría creciendo a la misma velocidad que esa necesidad
El estudio, “Estimación de la oferta y demanda de médicos especialistas. España 2018-2030” analiza al detalle las posibles causas y avanza los efectos de la carencia o déficit de algunas especialidades médicas en nuestro país y, además, relaciona las medidas y políticas sanitarias seguidas en otros países del mundo.

En lo que concierne a la geriatría, González afirma que las causas de su déficit se relaciona con la oferta (o disponibilidad) y la demanda (la necesidad). Si, como ocurre ahora y seguirá ocurriendo en el futuro, la población continúa envejeciendo, “la ratio poblacional necesaria de geriatras aumenta, pero el número de geriatras disponibles no estaría creciendo a la misma velocidad que esa necesidad”, asegura.

Aunque aclara que el número necesario de estos especialistas depende mucho del reparto de responsabilidades y de las tareas entre los diferentes especialistas que “a su vez está influido por la “cultura” y organización de la profesión y de los profesionales”. Y a su vez también varía entre territorios: qué funciones y tareas se reservan al geriatra y cuáles al internista o al médico de familia. “En la red pública del SNS de España encontramos grandes diferencias en el número de geriatras por cien mil habitantes mayores de 75 años, así en Cataluña y en Castilla la Mancha se superan los 34, mientras que en Valencia y Baleares la ratio es muy baja”, explica la profesora.

Disparidad territorial de la geriatría

En este estudio, como certifica la experta, se constata que existe una clara disparidad entre la oferta en geriatras hoy en nuestro país. Comunidades como Galicia, Cantabria, Castilla y León, Comunidad Valenciana y Murcia no superan los 10 geriatras por cada 100.000 habitantes mayores de 75 años en el Sistema Nacional de Salud.

En la mitad de la tabla se encuentran aquellas regiones cuyo ratio se sitúa entre los 10 y los 20 especialistas. Comunidades como La Rioja (con 11,9 geriatras), Asturias (con 15,3), Navarra (con 15,9) y Extremadura con 15,7 geriatras por cada 100.000 ciudadanos que superan los 75 años. En primera línea se sitúan Aragón, con 24,8 geriatras, Madrid, con 27,2, Cataluña con 35,6 y Castilla-La Mancha, donde en 2018 se contabilizaban 36,98 geriatras por cada 100.000 habitantes mayores de 75 años.

Esta disparidad entre las diferentes comunidades autónomas del territorio nacional ¿podría reducirse de algún modo? La experta considera que en primer lugar habría que argumentar si esas diferencias son “intrínsecamente malas” o si responden a configuraciones organizativas regionales diferentes que han sido diseñadas de forma local, atendiendo a necesidades concretas.

González cree que “lo ideal sería tener unas ratios estándar, calculadas con el consenso de expertos neutros a los intereses particulares, que definieran de abajo a arriba el trabajo de un geriatra y lo deslindaran del de otros profesionales”. Sería a partir de ahí, cuando se podría contar con el número ideal de geriatras por 100.000 habitantes mayores de 75 o de 65 años, siguiendo las previsiones demográficas del INE para cada comunidad.
Y así, relata González, se podría hacer un plan estratégico de atención sanitaria a las personas mayores en el que no solamente se debería incluir el número de geriatras, “sino mucho más que eso: cómo actuar, con qué dispositivos, con qué coordinación entre los niveles asistenciales de sanidad, y los dispositivos sociosanitarios”.
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