osteoporosis en las personas mayores

Controlar la osteoporosis en las personas mayores para prevenir las fracturas

La osteoporosis es una enfermedad esquelética que se produce por una disminución de la densidad de masa ósea. Afecta a 3 millones de personas en España, lo que representa una prevalencia del 5,4 % entre la población general. De ellas, el 23 % son mujeres mayores de 50 años. Unas cifras que se espera que crezcan debido al aumento de la esperanza de vida y al envejecimiento de la población. La principal consecuencia de la osteoporosis son las fracturas.

En España, se producen un total de 330.000 fracturas por fragilidad al año, lo que supone 1 fractura cada 2 minutos, 37,5 a la hora y 904 al día. Sin embargo, los expertos advierten de que no las identifican como consecuencia de osteoporosis y no todas las personas reciben el tratamiento y abordaje correcto. Cambiar esta realidad es necesario, pero para ello se requiere más información, concienciación y formación de los profesionales y de los pacientes.

La osteoporosis es una patología silenciosa porque no manifiesta síntomas hasta que la pérdida de hueso es tan importante como para que aparezcan fracturas. Y, a veces, ni las fracturas es un síntoma que despierte sospecha y ponga en marcha los mecanismos adecuados para su abordaje. Por eso, los expertos están poniendo este tema sobre la mesa y están reclamando mayor conocimiento de los profesionales sanitarios y de la propia sociedad, así como una mayor implicación de instituciones sanitarias.

Mayor conciencia y formación 

Las fracturas osteoporóticas suponen la cuarta enfermedad crónica de mayor impacto y su incidencia podría aumentar un 27 % en 2030 hasta alcanzar los 420.000 casos anuales debido al progresivo envejecimiento de la población. Sin embargo, el 80% de las personas que han sufrido, al menos, una fractura por fragilidad no son correctamente identificadas y, por tanto, no reciben el diagnóstico ni el manejo posterior que debieran, lo que tiene un gran impacto en su bienestar y calidad de vida. 

La doctora María Cortés, coordinadora del Grupo de Metabolismo Mineral Óseo de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), insiste en la importancia de la concienciación social sobre esta enfermedad: “La osteoporosis es un importante problema de salud pública, y su consecuencia, la fractura, tiene un gran impacto en la calidad de vida del paciente y la morbimortalidad. Sin embargo, la mayoría de las personas no saben que la padecen hasta que sufren una fractura de un hueso por una caída o un golpe menor. Y, luego, el 80% de los pacientes no recibe el diagnóstico y el tratamiento correctos después de una fractura”. 

La falta de conocimiento es un factor de riesgo de fracturas. Por tanto, la población debe estar bien informada, ya que las fracturas osteoporóticas pueden ser dolorosas y muy discapacitantes, más que otras patologías. De hecho, según los especialistas, los afectados sufren una reducción en su autonomía con la consecuente necesidad de apoyo físico o cuidados constantes por familiares o personal externo. También tiene un gran impacto emocional que puede conllevar depresión, ansiedad, angustia, tristeza y miedo a las caídas o nuevas fracturas e incluso descompensación de patologías previas, reingreso e institucionalización.

Impacto de la osteoporosis

Además, el impacto en la calidad de vida de los pacientes se sitúa al mismo nivel del cáncer de colon y recto y es superior a la hipertensión, la artritis reumatoide y el cáncer de estómago. Por otra parte, aseguran que, tras una fractura, solo el 40 % de los pacientes recupera su anterior forma de vida, autonomía e independencia, y se estima que las fracturas son responsables de la pérdida de 12 años de vida. Una realidad que lamentablemente aún es muy desconocida por la sociedad. 4 de cada 5 pacientes no relacionan su fractura con la osteoporosis, 1 de cada 5 mujeres con fracturas por fragilidad no cree estar en riesgo de sufrir nuevas fracturas, y 3 de cada 4 mujeres desconocen que el tratamiento para la osteoporosis reduce el riesgo de sufrir nuevas fracturas.

Raquel Sánchez, paciente con osteoporosis y representante de la Asociación Española con la Osteoporosis y la Artrosis (AECOSAR), explica que “es imprescindible que la sociedad sepa que las fracturas por fragilidad van ligadas a la dependencia y a una peor calidad de vida en personas que todavía podrían ser activas, una realidad muy desconocida para la gran mayoría de la población. Los pacientes necesitamos disponer de más información, atención en las distintas fases de la enfermedad y acceso a los nuevos tratamientos”.

Qué deben saber las personas con osteoporosis

En este contexto, la doctora Cortés considera fundamental que se conozcan algunas cuestiones:

  • Una persona que haya sufrido una fractura osteoporótica tiene el riesgo de sufrir una fractura sucesiva en los siguientes 6-12 meses, lo que se conoce como riesgo inminente. Por tanto, tiene que ser evaluada en la mayor brevedad posible por un experto en metabolismo óseo por si existe una enfermedad que esté causando la mala calidad ósea y así prevenir fracturas sucesivas. 
  • Las fracturas osteoporóticas provocan más días de hospitalización en las mujeres mayores de 45 años que otras enfermedades como la diabetes, el cáncer de mama o un infarto.
  • Hasta el 24 % de las personas que ha sufrido una fractura de cadera muere el primer año.
  • Una fractura, con un reducido impacto, provocada por una caída desde la propia altura de la persona o sin traumatismo, así como una fractura por un golpe de tos o al levantar peso producida en una localización osteoporótica (vertebral, cadera, radio, pelvis y húmero), se debe a la osteoporosis que se origina por una mala calidad ósea y no siempre se detecta en las pruebas habituales de densitometría.
  • Cada fractura osteoporótica aumenta hasta dos veces el riesgo de una nueva fractura y este factor es independiente de que previamente se haya detectado una baja masa ósea.
  • Los pacientes con una fractura osteoporótica reciente más grave (vertebral, cadera, pelvis, húmero o radio) presentan un riesgo inminente de fractura en los siguientes 6-12 meses.
  • El riesgo de fractura osteoporótica sucesiva es 4 veces mayor en fracturas vertebrales, sobre todo, si son múltiples o más graves.
  • La edad influye también en la posibilidad de sufrir de nuevo una fractura. El 25% de los pacientes mayores de 65 años con una fractura vertebral se volverá a fracturar en los dos primeros años. Y el riesgo de fractura osteoporótica sucesiva es mayor en los primeros 24 meses.
  • La osteoporosis más frecuente es la postmenopáusica y senil, que afecta a un 22,5% de las mujeres. En relación a los hombres se estima que sufren esta patología un 6,8% de los mayores de 50 años. Asimismo, existen también enfermedades que pueden causar osteoporosis en personas más jóvenes.

Unidos contra las fracturas osteoporóticas

Con el objetivo de generar conocimiento en torno a las fracturas osteoporóticas y al grave impacto que tienen en la calidad de vida de las personas que las sufren, asociaciones de pacientes y profesionales sanitarios se unieron en el marco del Día Mundial de la Osteoporosis, que se conmemora el 20 de octubre, para presentar la campaña ‘Rompe las estadísticas, no tus huesos’. 

La campaña, apoyada por la difusión de un lazo de yute representando la porosidad de los huesos y que a partir de este año va a convertirse en el símbolo de esta patología, fue promovida por la Fundación Hispana de Osteoporosis y Enfermedades Óseas (FHOEMO), junto con la Sociedad Española de Investigación Ósea y Metabolismo Mineral (SEIOMM) y la Asociación Española con la Osteoporosis y la Artrosis (AECOSAR).

Los profesionales quisieron transmitir con esta campaña que las estadísticas se pueden revertir e insistieron en la necesidad de priorizar el tratamiento de la osteoporosis y las fracturas por fragilidad, para poder diagnosticarlas y actuar a tiempo, especialmente en mujeres posmenopáusicas con osteoporosis grave.

“Con #RompeLasEstadísticasNoTusHuesos queremos sensibilizar sobre el grave impacto que tienen las fracturas por fragilidad en los pacientes con osteoporosis. Es necesario llamar la atención de todos los actores implicados, desde las instituciones públicas o los gestores sanitarios hasta los propios pacientes, familiares y profesionales para tomar las medidas necesarias y cambiar esta situación”, afirmó el doctor Santiago Palacios, presidente de FHOEMO. “El mensaje que queremos trasladar es tan claro como contundente: las fracturas por osteoporosis son una cuestión de todos e involucrándonos podemos romper las estadísticas”, prosiguió el doctor Palacios.

El diagnóstico precoz y el abordaje multidisciplinar son la clave

El infradiagnóstico de la osteoporosis grave dificulta que los pacientes puedan recibir un tratamiento precoz, por eso los expertos hace hincapié en este aspecto. “Que nuestras pacientes reciban un tratamiento de manera temprana nos permite minimizar el riesgo asociado a estas fracturas. Cuando una persona sufre un infarto, sale del hospital con un tratamiento o con fármacos que reducen nuevos eventos, mientras que bastantes pacientes que han sufrido una fractura por fragilidad no reciben tratamiento, a pesar de que hay terapias que reducen el riesgo de sufrir nuevas fracturas. Para romper con estas estadísticas, es fundamental trabajar juntos para prevenir las fracturas secundarias. Tenemos que identificar a las pacientes con osteoporosis grave, hacerles un seguimiento estrecho y consensuar con ellas la opción de tratamiento más adecuado”, señala el doctor Josep Vergés, presidente de la AECOSAR, 

Precisamente la terapia secuencial, que consiste adaptar las opciones terapéuticas según su tiempo de efectividad y la aparición de efectos secundarios, es uno de los principales cambios implementados, sostiene el doctor Francisco Baixauli García, vocal de Sociedades Afines de la SECOT (Sociedad Española de Cirugía Ortopédica y Traumatológica), que insiste en que “si se inicia un tratamiento adecuado de forma precoz se llega a reducir casi en un 80 % el riesgo de una segunda fractura”.

Junto al diagnóstico y tratamiento precoz, la adherencia terapéutica por parte del paciente contribuye a mejorar su calidad de vida. Las mujeres que continúan su tratamiento para la osteoporosis posmenopáusica reducen su riesgo de fractura un 25 % en comparación con aquellas que no lo hacen. En este sentido, las Unidades de Fractura juegan un papel indispensable ya que garantizan la atención integral y multidisciplinar de los pacientes que han sufrido una fractura, para prevenir sucesivas. 

Las Unidades de Fractura hacen posible que el 70 % de los pacientes con fracturas osteoporóticas mantenga el tratamiento para prevenir una nueva. Se estima que su introducción podría evitar más de 1.200 fracturas por fragilidad cada año y suponer un ahorro neto de 18,4 millones de euros anuales.

En este sentido, el doctor Guillermo Martínez, presidente de SEIOMM, sostiene que “fomentar la creación de Unidades de Fractura en todos los hospitales nos permitiría mejorar las cifras de diagnóstico además de disminuir la importante carga económica y psicológica que suponen las fracturas por fragilidad. Este tipo de unidades están formadas por equipos multidisciplinares que permiten abordar la osteoporosis y las fracturas por fragilidad en toda su dimensión. Las Unidades de Fractura son el modelo asistencial más valorado por ser el más coste-efectivo para la prevención de fracturas secundarias”. 

Actualmente, nuestro país cuenta con más de 80 Unidades de Coordinación de Fracturas y cerca de una veintena están en proceso de acreditación. Una cifra que en palabras del doctor Martínez “es todavía insuficiente”.

Decálogo para pacientes con osteoporosis

La Sociedad Española de Reumatología (SER) ofrece una serie de consejos dirigidos a los afectados de osteoporosis. Este decálogo ha sido realizado con la colaboración de la doctora Núria Guañabens, del Servicio de Reumatología del Hospital Clínic de Barcelona y portavoz de la SER.

  1. Ingesta adecuada de productos con calcio.  La principal fuente de calcio en la dieta son los productos lácteos. Aunque es bien conocido, la población a menudo se pregunta si los productos lácteos descremados tienen menos cantidad de calcio o si todos los quesos tienen un mismo contenido. Es importante saber que los lácteos descremados aportan la misma cantidad de calcio y que los quesos con mayor contenido de calcio son los curados. En líneas generales, se necesita un aporte aproximado de un gramo de calcio al día para que un adulto tenga una buena salud ósea. Esto se puede conseguir, por ejemplo, con un litro de leche. Pero hay otras fuentes de calcio que pueden contribuir a alcanzar las necesidades diarias como los frutos secos (almendras, avellanas, nueces), legumbres (frijoles blancos, garbanzos), pescados (sardinas en lata con espinas), vegetales (berro, brócoli), semillas (sésamo) y tofu.
  2. Exposición “sensata” a la luz del sol. La recomendación general es que haya una exposición diaria al sol de cara, manos y brazos durante 10-15 minutos. Sin embargo, la producción cutánea de vitamina D depende de la estación del año, la latitud geográfica, la hora del día, del color de la piel, la edad y del uso de cremas protectoras solares. Así, por ejemplo, un estudio realizado en Valencia destacaba que, en primavera y verano, son suficientes de 10 a 20 minutos alrededor del mediodía (7 minutos en julio y 30 minutos en octubre) para obtener la dosis diaria recomendada de vitamina D, a partir de la superficie corporal expuesta según la estación del año. Sin embargo, en invierno, de noviembre a febrero, se requerirían casi dos horas. De este modo, en invierno la dosis media estimada de síntesis cutánea de vitamina D es solo un cuarto de la recomendada. Es importante tener cuidado de no exponerse en exceso a la luz del sol por los problemas cutáneos asociados, como el cáncer de piel y el envejecimiento cutáneo.
  1. Ingesta de alimentos que aportan vitamina D. La principal fuente de vitamina D es la síntesis cutánea a partir de la exposición a la luz del sol. Sin embargo, la dieta también puede contribuir a adquirir las necesidades diarias, a partir de los alimentos enriquecidos con vitamina D (productos lácteos, cereales y margarina) y de la ingesta de pescados grasos. Así, es recomendable incluir en la dieta salmón, sardinas, atún y caballa. Otros alimentos pueden contribuir al aporte dietético de vitamina D, aunque en menor cuantía y con una contribución a las necesidades diarias de vitamina D casi testimonial. Entre ellos se incluye la yema de huevo, ciertos hongos especialmente los expuestos a la luz ultravioleta como el champiñón marrón o la seta crimini, además del hígado animal como el de ternera o cordero.
  1. Nutrición idónea para la salud ósea. Se requiere una ingesta adecuada de proteínas para la salud ósea pero también para mantener la masa muscular, que es un factor importante en la prevención del riesgo de caídas. Adicionalmente se recomienda una dieta sana con frutas y vegetales que son fuentes de vitamina K (hortalizas de hoja verde, verduras como el brócoli y frutas como el kiwi) y magnesio (hortalizas de hoja verde, semillas de calabaza y lino, almendras). La dieta también debería proporcionar zinc y especialmente vitamina B.
  2. Ejercicio físico de forma regular. Es aconsejable realizar ejercicio físico de impacto con el suelo para mantener una buena salud muscular y ósea. Así, el tipo de ejercicio más recomendable es caminar, correr o ejercicio aeróbico de bajo impacto (si la salud de la paciente lo permite). No son recomendables los saltos en pacientes que han sufrido fracturas vertebrales y se deberían sustituir por caminar, con el objetivo de reducir un impacto excesivo en la columna. La práctica de bicicleta o la natación, que no implican contacto con el suelo, son muy recomendables para la salud en general, pero tienen poco efecto en el mantenimiento de la masa ósea.  Los programas de ejercicio físico generalmente incluyen 20 a 30 minutos practicados de forma regular, 2-3 días a la semana, siempre adaptados a las características de la paciente. Los ejercicios más recomendados son los isométricos, de estiramiento y los de extensión de la columna para fortalecer la parte superior de la espalda. Se deben evitar los ejercicios de alto impacto y los que impliquen flexión y torsión extrema del tronco. Así, se debe ser cuidadoso en actividades que pueden requerir estas posturas como son el golf, el tenis, los bolos y algunas posiciones de yoga.
  1. Potenciar las posturas y un balance adecuado. Es recomendable mejorar el balance con programas que incluyan 3 horas a la semana de ejercicio físico dirigido a este fin. También se ha sugerido que la práctica regular de Tai Chi puede mejorar el equilibrio y la percepción del esquema corporal y así, contribuir a una reducción de tropiezos, caídas y pérdidas de equilibrio en individuos de edad avanzada. 
  2. Adecuación del medio y otros consejos para evitar caídas. Se recomienda eliminar del entorno del paciente con osteoporosis todos aquellos objetos que puedan facilitar caídas como, por ejemplo: alfombras, cables eléctricos y telefónicos. Además, es recomendable una buena iluminación de la vivienda asegurando el acceso a la luz en el dormitorio y pasillo, así como el uso de alfombras antideslizantes en la bañera o ducha. Otros aspectos importantes son llevar un calzado adecuado evitando los tacones altos, pantuflas flexibles y zapatos con suelas resbaladizas. No se debe olvidar un buen control de la visión.
  3. Evitar fármacos que pueden aumentar el riesgo de caídas. Se recomienda evitar fármacos hipnóticos sedantes, pues la edad avanzada, el sueño deficiente y el uso de los mismos suelen asociarse y aumentan el riesgo de caídas y fracturas, a través de mecanismos relacionados con el deterioro cognitivo y psicomotor. Todo ello provoca disminución de la coordinación, con alteraciones en el equilibrio y la marcha. También se debe ser cuidadoso con la toma de fármacos psicótropos, antipsicóticos y antidepresivos. Se debe ajustar adecuadamente el tratamiento con fármacos antihipertensivos, ya que se han relacionado con el desarrollo de hipotensión y síncope. Su papel en el riesgo de caídas es controvertido, aunque puede haber un aumento del riesgo de caídas al inicio y con la intensificación del tratamiento.
  1. Evitar tabaco y exceso de alcohol. Se recomienda evitar el consumo de tabaco. El papel exacto que desempeña el tabaco en la osteoporosis no está claro, pero se ha descrito una relación directa entre el consumo de tabaco y la disminución de la densidad ósea. También se recomienda no tomar alcohol en exceso, ya que su consumición crónica y abusiva se asocia a un doble efecto nocivo: aumento del riesgo de caídas y reducción de la densidad mineral ósea.
  1. Acudir al médico si ha tenido una fractura tras una caída banal. Se recomienda consultar con su médico si ha sufrido una fractura no inducida por un atropello, accidente deportivo o de automóvil. Es frecuente pensar que “te has fracturado porque has caído”. Su médico valorará si puede ser una fractura por osteoporosis. Su diagnóstico y tratamiento ayudarán a prevenir el desarrollo de nuevas fracturas.

 

 

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