El valor del trabajo social en la intervención sanitaria y sociosanitaria

El valor del trabajo social en la intervención sanitaria y sociosanitaria

El sistema sanitario y social requiere de equipos interdisciplinares que trabajen de manera conjunta y eficaz con el objetivo final de mejorar la calidad de vida del usuario y los familiares a los que se atienden, ya sea en un centro de salud, hospital o residencia de mayores. El trabajador social es uno de estos profesionales.

De manera tímida y no siempre contundente, el trabajo social ha logrado abrirse hueco en un entorno sanitario que desconoce en profundidad sus funciones y el valor que puede aportar a la intervención en todas y cada uno de sus etapas. Por el contrario, juega un papel fundamental en el sociosanitario, donde estos profesionales se están convirtiendo en líderes de los equipos humanos. Tanto en el ámbito sanitario como en el sociosanitario, estos actores especializados se plantean cómo mejorar la atención que ofrecen para conseguir que sea más humana y ética, para ello se forman y reflexionan en esta cuestión que debe definir su trabajo diario.

El Departamento de Sociología y Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Pontificia de Comillas ICAI-ICADE, en colaboración con el Colegio Oficial de Trabajo Social de Madrid, organizó a mediados de junio su 3ª jornada sobre Trabajo Social Sanitario Conocimiento, práctica y valores. El trabajo Social en la atención sociosanitaria. El objetivo del encuentro, al que asistieron estudiantes y profesionales, era reflexionar sobre los valores y la intervención con modelos teóricos de referencia, y cómo se materializan en la práctica profesional diaria.

Durante la inauguración, la decana de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE, Susanne Magret, enfatizó la importancia que existe de establecer un marco de reflexión en torno al trabajo social y a su relación con los procesos de salud y enfermedad desde una perspectiva humanista, “poniendo especial interés en la reflexión sobre la ética de la intervención profesional”, añadió.

En opinión de Margret aún queda mucho trabajo por hacer para que la sociedad y los organismos aprecien la necesidad de los trabajadores sociales en el ámbito sanitario, pero reconoció que cada vez son más los hospitales que incorporan trabajadores sociales a sus equipos, “aunque hacen falta más”, sentenció. Según esta especialista, cada vez es más visible la necesidad de intervención sociosanitaria debido al envejecimiento de la población, la cronicidad incluso en la infancia o la población inmigrante, “casos que pueden llegar a ser muy sensibles y que requieren una dedicación muy especial”, afirmó.

Magret ensalzó la labor del trabajador social, que “debe desplegar estrategias diferentes en cada caso y hacer frente a dinámicas y a procesos diversos desde la humanidad, porque “los trabajadores sociales se dedican a gestionar trámites, pero también deben desarrollar sensibilidad y entendimiento para poder hacer frente a la población tan heterogénea y con problemas tan distintos”.

Por su parte, el director del Departamento de Sociología y Trabajo Social de la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE, Manuel Gil Parejo, recordó que el concepto de salud es más amplio que lo puramente biológico: “Es un concepto más integral y holístico, en el que el conocimiento, las prácticas, los valores tienen que estar integrado y deben aplicarse de manera trasversal al campo de la atención sociosanitaria y de la sanidad”.

La relación entre conocimiento, práctica y valores

Precisamente de la relación entre conocimiento, práctica y valores versó la ponencia del catedrático de filosofía, Miguel García-Baró López.

La vicedecana del Colegio Oficial de Trabajo Social de Madrid, Gema Gallardo, que fue la encargada de presentar a este experto, comentó que “los valores, la ética y la coherencia profesional son aspectos de rabiosa actualidad en nuestra profesión”, por lo que aseguró que la reflexión sobre estas cuestiones es un paso necesario para solventar las dificultades en la intervención.

Miguel García-Baró comenzó su exposición animando a los asistentes a ver en cada ser humano un misterio, a partir del que establecer un protocolo específico de actuación. Además consideró fundamental que las acciones para con el otro se basen en “lo que creemos que les puede hacer menos mal”. Pues cuestionó que “lo que creemos saber no lo hemos extraído de nuestra propia experiencia, sino del ambiente: nos las han dicho, las hemos leído, circulan en la radio… por lo que habría que plantearse qué clase de criterio nos han hecho apropiarnos de esas verdades”.

En respuesta a este dilema, el catedrático de filosofía aseguró que “creemos lo que creemos porque nos conviene”, alejando y rechazando las cosas que más tememos, porque “todos los seres humanos creemos saber mejor lo que más miedo nos da que lo que más deseamos, es decir, tenemos una idea mucho más clara de lo que queremos evitar que de aquello a lo que queremos aspirar”.

En su opinión, ante el miedo, existe la alternativa de vivir atemorizado o afrontar el temor para ser libre. Pero advirtió de que “la perspectiva de los valores se abre cuando la valentía empieza a aparecer, porque la valentía está inspirada en el amor. Conocer el infinito valor del prójimo favorecerá que queramos animarlo y plantearle opciones que le hagan vivir más libre”. García-Baró continuó diciendo que no sólo debemos pensar en necesidades físicas, sino también morales y espirituales, que son fundamentales. En este sentido, especificó que hay problemas que no se pueden arreglar con recetas y que no son susceptibles de una terapia de tipo técnico, por lo que los profesionales deben estar preparados para abordarlas con otros recursos que también se pueden entrenar y aprender. “Tener toda la medicina del mundo te hace ser un buen médico, pero no una buena persona”, indicó este especialista, y ambas cosas son necesarias para intervenir de manera humana y ética…

 

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