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La geriatría: un pilar esencial en el reto de la atención a las personas mayores

La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) celebró el pasado mes de junio, en Madrid, la 62ª edición de congreso anual. En esta ocasión, la sociedad científica tuvo como anfitriona a la Sociedad Madrileña de Geriatría y Gerontología (SMGG), que organizó en paralelo su 23ª encuentro anual. Tras la pandemia y las limitaciones que ha conllevado, el Congreso ofreció un punto de encuentro para que más de 700 profesionales que se dedican a la atención de la persona mayor de forma interdisciplinar abordaron los retos clínicos, biológicos y sociales del envejecimiento.   

Con el lema Envejecer: un desafío, el comité organizador quiso resaltar el envejecimiento como “un proceso continuo, dinámico y modificable, en donde la edad cronológica pierde valor en pro de un óptimo estado cognitivo y funcional que hay que trabajar a lo largo de la vida”. Para analizar este proceso, más de 100 ponentes compusieron un programa en el que se desarrollaron diferentes sesiones plenarias, simposios del área clínica, biológica y social; mesas sobre residencias y enfermería geriátrica; un curso de biología para profesores de geriatría; encuentros de jóvenes geriatras y gerontólogos y sesiones de controversias y consultas al experto, entre otros contenidos. Adam Gordon, Adelina Comas y Mario Barbagallo aportaron la visión internacional al presentar sus investigaciones y experiencias. 

La inauguración estuvo presidida por el presidente de la SEGG, José Augusto García Navarro; el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Enrique Ruiz Escudero, y el profesor José María Bermúdez de Castro.

Enrique Ruiz Escudero subrayó el protagonismo de la geriatría en beneficio de la calidad de vida de los mayores. Así señaló a la SEGG y a la SMGG como sociedades referentes, que reúnen a los expertos más competentes para curar y cuidar de las personas mayores. “En el ADN de vuestra especialidad está el tratarlos de manera interdisciplinar porque abarcáis y os dedicáis a sus aspectos preventivos, clínicos, terapéuticos y sociales”, advirtió.

El consejero de Sanidad, reconoció que “debemos potenciar y apostar por la Geriatría, por su papel dentro del sistema y por su labor imprescindible en el trabajo de los pacientes. Es algo que la Comunidad de Madrid apoya y defiende de manera firme”, remarcó.

Asimismo, aseguró que “la Geriatría española está llamada a ser, por su compromiso asistencial, por el enorme abanico de conocimientos que engloba y por su capacidad de trabajar con pacientes tan complejos un puntal esencial en el reto que implica la atención a las personas mayores”.

Historia del envejecimiento humano

¿Cómo y cuándo envejecíamos en el pasado? fue el tema de la conferencia inaugural, que corrió a cargo de José María Bermúdez de Castro, paleoantropólogo, investigador del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), investigador de las excavaciones de Atapuerca (Burgos), premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica (1997) y miembro de la Real Academia Española.

José María Bermúdez de Castro realizó una explicación muy resumida de la evolución humana y de lo que ha ocurrido desde hace dos millones de años cuando se produjo la prolongación del desarrollo de la niñez y la adolescencia en la especie humana. Esto ha tenido implicaciones en el aumento de la longevidad, y en una mayor necesidad de geriatras y especialidades para abordarla de manera correcta.

Bermúdez de Castro analizó la evolución del envejecimiento y manifestó que el envejecimiento y sus consecuencias son un problema de finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI, ya que antes era muy complicado que cualquier persona pudiera llegar a vivir más de 50 o 60 años: “La anatomía de nuestra especie y la de las especies próximas en el tiempo —como los neandertales— tiene (tenía) una fecha de caducidad no superior a los 60 años, aproximadamente, en particular cuando los grupos humanos estaban sometidos al enorme desgaste que implica encontrar el sustento en un entorno natural: caza y recolección. Sin embargo, en la actualidad, la esperanza de vida al nacimiento en países desarrollados supera los 80 años”. Así que, “el envejecimiento es un reto actual que tenemos que plantear muy seriamente en este siglo XXI”, afirmó.

Según Bermúdez de Castro, “nuestra especie, Homo sapiens, ha evolucionado hacia una prolongación del crecimiento y el desarrollo somático. Pero el reto demográfico actual obliga a seguir investigando: “Hay que dedicar mucho tiempo a la investigación para conocer mejor el envejecimiento, estos años finales de las vidas de las personas”. 

Otros consejos que considera importantes son “tener mucha paciencia y dar los mejores consejos posibles”. En su opinión, los mejores consejos que se pueden dar a las personas que, potencialmente, pueden vivir muchos años son practicar actividad física y realizar gimnasia mental, “que la mente esté ocupada en muchas cuestiones”. 

También opinó sobre tendencias como llevar el cuerpo al límite, lo que ocurre en deportistas de élite, porque puede conducir a patologías en el esqueleto o en partes anatómicas.

Cuidados de Larga Duración 

En el abordaje del envejecimiento y de la atención a las personas mayores y con dependencia los cuidados de larga duración son de crucial importancia.  En la mesa “Los Cuidados de Larga Duración: aprendizajes recientes y nuevas perspectivas” del Congreso de la SEGG, el moderador, que fue José Augusto García Navarro, presidente de la sociedad científica, manifestó su acuerdo con un nuevo modelo que se ha demostrado evidente en otros países y que aporta mejora de la calidad de vida. De hecho, la SEGG participa en la Mesa de Diálogo Social que está trabajando Criterios comunes de acreditación y calidad de los centros y servicios del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia (SAAD) con el objetivo de buscar un modelo centrado en la persona en unidades de convivencia. En concreto, el modelo de atención que se propone es el de unidades de convivencia de quince personas, la cifra considerada más recomendable por los especialistas. Y es que, según añadió García Navarro, “los grandes centros sin unidades de convivencia tienen efectos secundarios en la salud de las personas mayores, cosa que no ocurre en aquellos que cuentan con unidades de convivencia pequeñas”.

Otros temas imprescindibles para el futuro de la atención a las personas mayores es el rechazo a las sujeciones y la necesidad de la participación familiar en la toma de decisiones sobre la atención a cada persona. En este sentido, la SEGG trabaja con Ceoma en un proyecto financiado por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 denominado Vivir mejor en casa, proyecto que se implementará en Cataluña, Madrid y Navarra para buscar la desinstitucionalización de personas que prefieran regresar a sus domicilios desde las residencias y en retrasar lo más posible el traslado a estos centros apoyándose en el uso de las tecnologías, valoraciones personalizadas y la labor de cuidadores.

Respecto a los nuevos modelos de cuidados de las personas en situación de dependencia, el secretario de Estado de Servicios Sociales, Ignacio Álvarez Peralta, recordó que hoy se envejece de forma distinta y que todos los datos indican que las personas quieren estar el mayor tiempo posible en sus hogares y hay que potenciar ayuda a domicilio. Además, se mostró absolutamente partidario de reducir la atención residencial a centros de pequeña escala, como se señala en los organismos europeos, con un máximo de 120 plazas, y de garantizar la desaparición de sujeciones de todo tipo en tres años. En su opinión, “las residencias deben avanzar hacia un ambiente más hogareño: es esencial la organización interna en unidades de convivencia como máximo de 15 personas. El 60 % de las habitaciones deberían ser individuales y poner en valor la participación de las familias”.

Se trata de que los mayores vivan en lugares que sean como sus hogares y comentó que “estamos en un camino previo y tendrán que organizarse en unidades pequeñas”, concretó. También expresó que tenemos un sistema de cuidados muy asistencial y tradicional y no siempre las personas pueden desarrollar su vida en ese entorno priorizando sus preferencias: “Queremos superar este modelo, avanzar hacia otro no tan asistencial como ha sido históricamente; en demasiadas ocasiones se originan vidas encorsetadas en centros donde no se respeta la intimidad. Cumplir años no es condición para ver mermados sus derechos. Con el nuevo modelo queremos establecer elementos para situar el suelo de la calidad en la atención a los derechos”. 

“Hay que girar unos grados el trasatlántico, que es el modelo de cuidados de larga duración. No va a ser de la noche a la mañana, pero reorientando unos grados puede que, a lo largo de los próximos años, lleguemos a un puerto distinto. Todo el modelo se basa en poner a las personas en el centro. Las personas tienen el derecho a apoyos personalizados porque los servicios uniformizados olvidan intereses que debemos atender”, sostuvo.

Según Álvarez, el cambio de modelo tiene que ir de la mano de una nueva financiación y el Gobierno se ha comprometido con la dotación de 600 millones de euros y otros 600 millones en el 2022. “En dos años se ha duplicado la financiación a la atención a la dependencia”.

Por su parte, Adelina Comas, IPL Expert London School of Economics and Political Science, aportó conclusiones de sus investigaciones en esta institución londinense, y valoró la importancia del sector público en este sector de cuidados de larga duración en el que “debe tener un rol asegurador porque las personas tienen derecho a no estar expuestas a todo el sistema de gastos. También debe ser garantizador de suficientes recursos y proteger y promover usos de mercado”. 

En su opinión, es importante que el gasto sea eficiente (quizás se puede evitar ingresos en residencias innecesarios o ingresos hospitalarios …) y también velar por el mercado. Y cree conveniente definir qué nivel administrativo debería llevar el peso de esta área de los cuidados. Como ejemplo, contó que, en Inglaterra, “el 16% de los costes sanitarios de una persona con demencia recaen en la Administración y el resto en la familia”. Adelina Comas afirmó: “La división entre social y sanitario va a ser cada vez más obsoleta; por tanto, el cambio debe producirse en los dos sectores».

Cambios en el modelo de apoyos y cuidados 

El cambio en el modelo de apoyos y cuidados a las personas mayores, tanto en casa como en las residencias, también fue una cuestión a debate en el 62º Congreso de la SEGG y el XXIII de la SMGG. En el apartado de “Conversaciones con Expertos” se celebraron dos simposios, moderados por Lourdes Bermejo, en los que distintos especialistas en el tema aportaron su opinión.

En el primer simposio, que estuvo centrado en los cuidados en casa, Lola Puga González, científica titular de OPIS, Grupo de Investigación sobre Envejecimiento (GIE-CSIC) hizo hincapié en que el grupo de personas mayores es un grupo muy heterogéneo que tiene necesidades y preferencias muy diferentes. “Los cambios sociales y demográficos nos tienen que hacer reflexionar sobre algunos estereotipos y sistemas de formulación de esto que llamamos personas mayores”, afirmó. Según esta experta, las trayectorias de vida y de cuidados son cada vez más plurales. Esta demografía más fina es necesaria para poder comprender a las personas mayores de hoy. “Los ciudadanos requieren y requeriremos servicios no solo personalizados sino, sobre todo, personalizables”, argumentó.

Por su parte, la psicóloga y gerontóloga Mayte Sancho apuntó que se debe avanzar en el modelo del sistema de cuidados y ello implica el desarrollo de los modelos ecosistémicos de los que existe evidencia de ser más idóneos que otros. Ello supone la gestión coordinada e integrada de los recursos en entornos que presenten un tamaño que permita una adecuada gobernanza, capaz de adaptarse a las necesidades y valores de los ciudadanos, a la vez que permite alcanzar niveles de eficacia y eficiencia, así como de satisfacción de las propias personas que proporcionan los apoyos y cuidados. En esta línea, describió algunas experiencias e iniciativas de cuidado que se están desarrollando en España, en entorno rural como Pescueza en Extremadura o las Superrillas de Barcelona. 

Sancho reiteró que, en el momento actual, se hace imprescindible la revisión de los servicios actuales, valorando no solo las coberturas sino los enfoques y objetivos establecidos. Y que la modernización del modelo de cuidados requiere de la implicación de todos los agentes: Administración Pública, comunidad, mercado, familia y la propia persona que necesita los recursos.  

Desde una perspectiva más amplia y europea, Alfonso Lara, Chief Executive European Social Services (ESN), también reconoció la necesidad de revisar y mejorar la carta de servicios, identificando aquellos nuevos que se adapten mejor a la realidad actual. Esto implica disolver la fragmentación de los servicios y reformularlos desde lógicas diversas, mejorando la interoperatividad de sectores que ya nacieron separados y con dificultad para entenderse. Para ello, según explicó Lara, se requerirá mejorar su financiación, optimizando los sistemas de gobernanza para clarificar de qué, quién y cómo se encarga cada uno. 

Vivir en las residencias

En el segundo seminario sobre el cambio de modelo de cuidados y apoyos, se dialogó sobre vivir en las residencias. Pilar Rodríguez, presidenta de la Fundación Pilares, advirtió que no existe evidencia de que la OMS estableciera en ningún documento, un dato recomendado el número de plazas residenciales que debe de tener un país (el famoso 5%) y señaló que esto dependerá, no solo de la situación demográfica, sino de la calidad y calidad de los servicios de apoyo/cuidados que cada comunidad tenga desplegado (en los domicilios y en el entorno cercano) y que permitan a las personas envejecer en sus viviendas.

Para Joseba Zalacain, director SIIS Centro de Documentación y Estudios. Pamplona, podemos aprender mucho de los éxitos y de las tendencias desarrolladas en Europa. Por ejemplo, “debemos avanzar hacia una arquitectura de las residencias diferente, tendente a favorecer unidades de convivencia, espacios más humanizados y controlables por las personas que allí viven. También desarrollar nuevos sistemas de calidad que no valoren solo los procesos, sino los resultados para las personas usuarias. “Las residencias deben ser centros de recursos para la comunidad, ampliando su cartera de servicios y formando parte del ecosistema de cuidados comunitario”, puntualizó. 

La flexibilidad y la libertad de las personas usuarias para elegir las prestaciones o los proveedores de las mismas es otro aspecto que se debería mejorar. “Pero todo ello no puede ser posible si no se habla del aumento de la financiación, de los precios de la concertación de los servicios de responsabilidad pública y de gestión privada y del copago”, concretó. 

Por su parte, Josep de Martí, director de Inforesidencias, recordó que somos herederos de una tradición con sus orígenes en la caridad y qué, actualmente destaca la desconfianza de las Administraciones hacia los operadores de carácter privado. “Es necesario no solo cambiar el modelo sino sobre todo cambiar la cultura”. Este experto, identificó varios problemas que habría que afrontar: 

  • Reconocimiento de los costes económicos del cambio, por ejemplo, el encarecimiento de las plazas al aumentar las ratios de personal. 
  • Cambio de mentalidad de los trabajadores, favoreciendo su flexibilidad y su capacidad de adaptarse a las personas y a las situaciones, a la vez que se aumenta su cualificación y su salario. 
  • Cambio en la mentalidad de los inversores para que se sientan más careparners
  • Modificación del rol y la relación con las familias y los allegados de las personas mayores.
  • Aplicación de las tecnologías de la información y la comunicación en los cuidados, etc.

“Son muchos cambios que sin duda irán llegando y que es importante que vayamos estudiando y planificando para que estén al servicio de las personas y de su dignidad y bienestar”, concluyó Lourdes Bermejo al cierre de la sesión. 

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