La sanidad abandera la responsabilidad social en las Administraciones Públicas

La sanidad abandera la responsabilidad social en las Administraciones Públicas

El despertar de esta conciencia ciudadana, que se ha visto acelerada por los cambios sociales acontecidos en los últimos años, ha provocado que la sociedad exija a las empresas cada vez con más claridad, no solo un comportamiento escrupuloso en el cumplimiento de la legalidad, sino también una conducta responsable desde la perspectiva social acorde a la posición que ocupan en la comunidad.

El término Responsabilidad Social Corporativa (RSC) forma parte del tejido social de las entidades públicas y privadas. De una década a esta parte, un mayor número de organizaciones han tomado conciencia de que el fin comercial por sí mismo no puede utilizarse como único indicativo de desarrollo y crecimiento económico, sino que hay otros elementos, como el impacto generado en el entorno, las prácticas responsables y la consideración de las necesidades y expectativas de los grupos de interés, que son cuestiones sobre las que rendir cuentas a una ciudadanía igualmente responsable.

En los últimos años, el término utilizado con mayor frecuencia es el de Responsabilidad Social Corporativa, más conocido por su acrónimo RSC. La RSC alude a la responsabilidad ejercida en cualquier tipo de organización, no solo en las empresas, específicamente expresada como RSE, sino también en organizaciones que no necesariamente contemplan fines lucrativos, tal como puede ser el caso de fundaciones y ONG.

Existen numerosos términos en la literatura publicada para hacer referencia al concepto de la Responsabilidad Social que, sin ser sinónimos, en ocasiones se utilizan como equivalentes: Responsabilidad Social Empresarial (RSE), Responsabilidad Social (RS), Inversión Socialmente Responsable (ISC), Desarrollo Sostenible (DR), Sostenibilidad, por nombrar algunos de los principales.

Observamos, no obstante, que la mayor parte de estas definiciones aluden de forma específica a la RSE. La Unión Europea, en el año 2001, en su libro verde, definió la responsabilidad social de las empresas como “la integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y ambientales en sus operaciones empresariales y sus relaciones con sus interlocutores”, donde la promoción de la RSE “refleja la necesidad de defender valores comunes y aumentar el sentido de la solidaridad y la cohesión”.

Casi una década después, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) definió la RSE como la manera en que las empresas toman en consideración las repercusiones que tienen sus actividades sobre la sociedad y en la que afirman los principios y valores por los que se rigen, tanto en sus propios métodos y procesos internos como en su relación con los demás actores. “La RSE es una iniciativa de carácter voluntario y que solo depende de la empresa, y se refiere a actividades que se considera rebasan el mero cumplimiento de la ley”, especificaba.

Por su parte, la Guía ISO 26000  destaca que las organizaciones son cada vez más conscientes de los beneficios que les reporta un comportamiento socialmente responsable, por lo que plantea que “el desempeño de una organización en relación con la sociedad en la que opera y con su impacto sobre el medioambiente, se ha convertido en una parte crítica al medir su desempeño integral y su habilidad para operar de manera eficaz”.

Para otros organismos, como el Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa, la RSC implica tanto el cumplimiento obligatorio de la legislación nacional e internacional en el ámbito social, laboral, medioambiental y de derechos humanos, así como cualquier otra acción voluntaria que la empresa quiera emprender para mejorar la calidad de vida de sus empleados, las comunidades en las que opera y de la sociedad en su conjunto: “La forma de conducir los negocios, donde las empresas tienen en cuenta los impactos de todos los aspectos de las actividades que generan sobre sus clientes, empleados, accionistas, comunidades locales, medioambiente y sobre la sociedad en general”.

Otro organismo también español, Forética, destaca otro aspecto diferente como es el carácter voluntario de la RSE: “Si bien es cierto que la regulación laboral y ambiental establece un buen número de requisitos y exigencias ineludibles, la RSE se sitúa por encima de los mínimos y tiene un carácter estratégico para las organizaciones”.

Por último, el Consejo Mundial de Empresas por el Desarrollo Sostenible (WBCSD) define la RSC como el compromiso que adquiere una empresa u organización para contribuir al desarrollo económico sostenible a través de la colaboración con sus grupos de interés entre los que se encuentran: los empleados, sus familias, la comunidad local y la sociedad, con el fin de mejorar su calidad de vida.

A pesar de la dificultad para encontrar una definición válida y de uso universal para la RSC, existen ciertas características comunes. En función del organismo involucrado, las definiciones pueden clasificarse en varios grupos: carácter voluntario, impacto a nivel social, impacto ambiental, satisfacción de necesidades de todos los grupos de interés, incluidos como prioritarios los propios trabajadores de la organización… Por tanto, a falta de una definición universal de lo que es RSC podemos extraer, a partir de las definiciones planteadas, cuatro de sus características principales:

• Es un compromiso voluntario por parte de las organizaciones, en virtud de unos valores éticos ampliamente compartidos.
• Es un modelo de gestión, que tiene en cuenta las expectativas de los grupos de interés.
• Comporta una triple línea de actuación: económica, social y medioambiental.
• Implica la responsabilidad sobre las consecuencias de sus acciones.

En palabras de Forética, la RSC se encuentra viviendo una “fase adulta” donde se ha despejado cualquier duda acerca de su contribución positiva a la sociedad y a los beneficios esperados y obtenidos por las organizaciones. Se trata de un concepto instaurado, tanto a nivel público como privado, que se ha consolidado en un momento histórico marcado por hitos tales como la publicación de los Objetos de Desarrollo Sostenible o el Acuerdo de París y social, donde los ciudadanos se muestran cada vez más exigentes con respecto a las prácticas de las empresas a nivel medioambiental y humano.

Ventajas de la RSC en hospitales públicos

Actualmente, los pacientes y la ciudadanía, aunque no sean conscientes de ello,  son los nuevos jefes. Son ellos los referentes de la responsabilidad social de los hospitales y quienes se convierten en verdaderos agentes de cambio.

Un gran número de organizaciones sanitarias ya tienen comisiones, comités y grupos de trabajo con pacientes y con las asociaciones de pacientes o ciudadanos. Los nuevos usuarios del Sistema Sanitario Público español valorará muy positivamente que sus organizaciones sanitarias se ocupen de llevar a cabo acciones que demuestren su compromiso social, medioambiental y de sostenibilidad.

Aunque los centros hospitalarios están comprometidos con el entorno y los distintos grupos de interés, la expansión de la RSC en el sector sanitario ha experimentado numerosas dificultades derivadas de la ya comentada falta de concepto unificado y de un sistema de gestión de RSC en el sector sanitario que permita a estas organizaciones orientar sus distintas estrategias en responsabilidad social. O lo que es lo mismo, pese a que existen numerosas iniciativas puestas en marcha por parte del sector sanitario español en materia de RSC (medioambiente, humanización, participación ciudadana etc.), hoy en día, son escasas las organizaciones que han integrado la RSC en los planes estratégicos …

* Ana Mª Díaz-Oliver. Presidenta de la Red Sanitaria de Responsabilidad Social

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