fisioterapia geriátrica

¿Qué es la fisioterapia geriátrica?

La fisioterapia geriátrica es decisiva para, además de tratar el dolor, promover un envejecimiento activo y saludable, mantener la autonomía personal y prevenir situaciones de dependencia. Para ello, los fisioterapeutas coinciden en señalar que el ejercicio terapéutico, bien dosificado y prescrito por un fisioterapeuta, es una de las mejores herramientas preventivas para mantener o recuperar la independencia funcional. La vida es movimiento y hay que prevenir la inmovilidad con programas de envejecimiento activo individualizados o grupales, dependiendo de las necesidades de la persona mayor. El ejercicio físico y la estimulación cognitiva van de la mano y son determinantes para mantener la calidad de vida de las personas mayores.

La fisioterapia geriátrica trata a personas mayores con pluripatologías asociadas al envejecimiento, como la pérdida de equilibrio, la funcionalidad articular, la elasticidad o la flexibilidad muscular. Su objetivo principal lo resume a la perfección la coordinadora de la Comisión de Geriatría y Gerontología del Colegio Oficial de Fisioterapeutas de Canarias, Yasmina Tabares: “Dar vida a los años” ¿Pero cómo? Pues, en el caso de la disciplina que nos ocupa, los tratamientos de fisioterapia ayudan a que las personas mayores envejezcan en las mejores condiciones posibles evitando, sobre todo, la inmovilidad. “Nuestra meta es que mantengan su independencia física todo lo que sea posible”, apunta Tabares.

Tras el confinamiento provocado por el COVID-19, las personas mayores se vieron muy afectadas a nivel físico, funcional, cognitivo y psicosocial. Una situación que no mejoró demasiado cuando se volvió a la nueva normalidad, porque los centros de día de mayores permanecieron cerrados debido a la vulnerabilidad de este colectivo. “Por tanto, mientras que muchos volvíamos a retomar nuestras actividades, las personas mayores permanecían recluidas. Todo esto llevó a que muchos mayores se inmovilizaran y se deprimieran e incluso que empeorara su deterioro cognitivo”, recuerda Tabares.

Como la fisioterapia geriátrica ayuda a revertir estas secuelas, la Comisión de Geriatría y Gerontología del Colegio Oficial de Fisioterapeutas de Canarias entendió que era un buen momento para tratar esta problemática. Como resultado surgieron las I Jornadas de Fisioterapia en Geriatría: fisioterapia en los trastornos neurocognitivos, dirigidas tanto a los profesionales que trabajan en el ámbito de la geriatría como a los familiares de personas con trastornos neurocognitivos.

Bajo prescripción médica

Actualmente, tal y como explica Tabares, la prescripción de la fisioterapia geriátrica es más frecuente en aquellos hospitales donde existe la figura del médico geriatra. En Atención Primaria, depende mucho del médico y de los recursos de la zona básica de salud, “ya que muchas no disponen de fisioterapia”.

En su experta opinión, lo ideal es que los médicos de Atención Primaria deriven al paciente a la consulta del geriatra para que realice una valoración integral y vea cuáles son las necesidades reales del paciente, no solo a nivel físico sino también cognitivo y nutricional. Además, la figura del fisioterapeuta geriátrico en Atención Primaria cobra especial importancia, dado que una intervención precoz “ha demostrado una mayor eficacia, disminuyendo costes y permitiendo el mantenimiento del estado físico-funcional de la persona mayor”. “Aún queda mucho trabajo por hacer y debemos contribuir a concienciar de la problemática que existe y crear debate”, manifiesta Tabares.

Ratio adecuada

En cuanto a la ratio adecuada de fisioterapeutas para prestar una atención de calidad y adaptada a las necesidades de la población mayor, los expertos recomiendan contar con un fisioterapeuta por cada 1.000 habitantes. “El sistema sanitario público español cuenta de media con 0,1 fisioterapeutas por 1.000 habitantes, oscilando entre los 0,3 profesionales por 1.000 habitantes y los 0,08 en Aragón, Canarias, Extremadura y La Rioja”, expone la secretaria de la Comisión de Geriatría y Gerontología del Colegio Oficial de Fisioterapeutas de Canaria, Gara Dorta. Y advierte de que estos fisioterapeutas atienden a toda la población, “no solo a los pacientes mayores”. Teniendo en cuenta estos datos, “es evidente que esta cifra es insuficiente”.

Según datos de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), la ratio en residencias para personas mayores estipulada a nivel nacional es de 0,003 y 0,04 por persona usuaria, dependiendo del nivel de discapacidad de la persona. “Nuevamente, existe gran variabilidad entre comunidades autónomas: Andalucía tiene una ratio estipulada de 0,064 fisioterapeutas a 0,004 por persona usuaria con dependencia de grado II y 0,005 por persona en dependencia de grado III en Asturias. En otras comunidades, como Canarias, no existe una ratio mínima establecida”, lamenta Dorta.

Inmovilidad y dolor

Los principales motivos por los que los médicos derivan a los pacientes geriátricos al fisioterapeuta son dos: la inmovilidad y el dolor.

Un paciente mayor que ingresa en el hospital por una infección respiratoria, por ejemplo, puede terminar con un síndrome de inmovilidad que hace que pase de ser una persona independiente capaz de asearse y comer sola a una persona que necesita silla de ruedas y ayuda de un cuidador. Además, un paciente ingresado puede padecer síndrome confusional e incluso la aparición de deterioro cognitivo al verse alterada su rutina. “Con una fisioterapia precoz se pueden minimizar estos efectos, de forma que cuando esta persona vuelva a casa lo haga en las condiciones más óptimas”, afirma Tabares.

Otro de los problemas que esta disciplina trata con frecuencia es el dolor. De hecho, la fisioterapia geriátrica dispone de múltiples recursos para su abordaje. Concretamente, Tabares señala que existen herramientas especialmente dirigidas a las personas mayores “como calor, frío, electroterapia, técnicas invasivas y terapia manual, entre otras. Aunque existe medicación para tratar el dolor, no siempre se puede pautar a pacientes polimedicados o con la función de algunos órganos alterados (riñón o hígado). Por otro lado, la medicación para el dolor no siempre es efectiva”. Por tanto, la fisioterapia juega un papel muy importante en el tratamiento de estos pacientes.

En cualquier caso, la evidencia dice que, tanto en el tratamiento de la inmovilidad como del dolor, el ejercicio terapéutico bien dosificado y prescrito por un fisioterapeuta es la herramienta más eficaz para combatirlo.

Ejercicio terapéutico

Como ya se ha expuesto, muchas personas mayores, especialmente con deterioro cognitivo, tienden a inmovilizarse. Para evitarlo, la prescripción de ejercicio cobra especial importancia. “Con este tipo de pacientes, debemos crear rutinas y un programa de ejercicio terapéutico personalizado con secuencias de ejercicios que tengan que recordar, que implique el aprendizaje de nuevos movimientos”, subraya Tabares.

Desde su experiencia, la fisioterapeuta señala la importancia de incluir tanto ejercicios de fuerza como aeróbicos. Si se trata de adultos mayores sanos, “la gerontogimnasia es una herramienta eficaz”. Pero si los pacientes son personas con pluripatología, “lo recomendable es hacerlo bajo la supervisión de un fisioterapeuta”.

En cualquier caso, Tabares detalla que “hay que valorar bien al paciente para no demandarle más de lo que puede realizar y evitar la frustración”.

Prevención de caídas gracias a la fisioterapia geriátrica

Para la detección precoz del riesgo de caídas en personas con trastorno neurocognitivo, la secretaria de la Comisión de Geriatría y Gerontología del Colegio Oficial de Fisioterapeutas de Canaria, Gara Dorta, asegura que, en primer lugar, hay que realizar una valoración, tanto de la persona como de su entorno. “Según progresa la enfermedad, el control motor se vuelve muy inestable y aparecen fases de agitación locomotora. Es entonces cuando se produce un aumento del riesgo de caídas y de fracturas. Esta es una de las principales causas de morbimortalidad y de institucionalización”, detalla Dorta.

En cuanto a las medidas para su prevención, la experta señala que se debe actuar sobre factores intrínsecos. A nivel general, el equipo interdisciplinar debe evaluar los déficits sensoriales (visión, audición), la hipotensión, la polifarmacia y su interacción con el riesgo de caídas, etc. “De manera particular, la fisioterapia actúa, principalmente, a través de programas de ejercicio multimodal para la mejora del equilibrio y la fuerza. Todos los ejercicios planteados deben estar adaptados, sobre todo, a la situación funcional y cognitiva del paciente. También es importante el entrenamiento en el uso de aquellas ayudas técnicas que sean requeridas”, añade su compañera Yasmina Tabares.

Pero también hay que tener en cuenta los factores extrínsecos, aquellos dependientes del entorno, ya que cobran mayor importancia según avanza la enfermedad. En este caso, las medidas pasan por eliminar las barreras arquitectónicas, alfombras u otros obstáculos, mejorar la iluminación o fomentar el uso de un calzado adecuado antideslizante y con sujeción posterior.

 

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